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Entre prójimos - Latin American Network Information Center

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ALTURAS DE HUANTA, 1997 17<br />

-Ahora es otro tiempo. En nuestras asambleas, en los clubes de madres, todo está<br />

cambiando otra vez. Ahora matar es contra la ley, aun atacar a alguien. Es prohibido.<br />

Todo está cambiando, el tiempo cambia.<br />

-¿Hubo un tiempo antes del tiempo de los abue!os?" -le pregunté. Don Jesús asintió<br />

con la cabeza.<br />

-Fue el tiempo eterno. Entonces, la gente eran diferentes.<br />

-¿No eran como nosotros? -le pregunté.<br />

-No, eran diferentes. Nosotros somos del tiempo de Dios Hijo.<br />

-Y la gente que vivió antes, ¿desapareció?<br />

-Claro. Nosotros venimos después de ellos.<br />

-Y la gente del tiempo eterno, ¿vivió aquí?<br />

-Sí. Sus casas están allá arriba -dijo señalando a los cerros arriba de Carhuahurán-.<br />

Hemos visto sus casas.<br />

-¿Tenían nombre?<br />

Asintió con la cabeza.<br />

-Los gentiles. Eran envidiosos. Ellos se desaparecieron en la lluvia de fuego. Entonces<br />

fue el tiempo de Dios Hijo. Eso se terminó en el diluvio.<br />

-Entonces, ¿ha habido dos tiempos?<br />

-Sí. Han tenido dos juicios.<br />

-¿Habrá otro?<br />

-Sí. Algunos dicen que pasará pronto. Todos terminaremos en fuego.<br />

Don Jesús se paró, indicando que era el tiempo de regresar a su casa. Yo miré hacia<br />

afuera y vi qué oscuro estaba. "¿Usted no tiene miedo de la oscuridad?", pregunté<br />

preocupada. "Jarjachas, condenados...".<br />

Sacudió la cabeza.<br />

-Eso fue antes. Eso cambió cuando la violencia apareció. Los condenados<br />

desaparecieron, dejaron de caminar. Cuando la violencia apareció, era el tiempo de los<br />

condenados vivos.<br />

Cargó su manta llena de leña sobre sus hombros y ató los extremos alrededor de su<br />

pecho.<br />

-Ya no teníamos miedo de los condenados. Teníamos miedo de nuestros <strong>prójimos</strong>, de<br />

nuestros hermanos.

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