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128 KIMBERLY THEIDON<br />
liza como el homicidio. Más bien, la idea es que las "criaturas" no sufren al morir: uno<br />
puede dejarlas para que duerman "boca abajo" y mueran sin pecado (Theidon 2002b).<br />
Prestemos oídos al testimonio ya citado de Mama Juliana:<br />
Mi hija nació al día siguiente de la matanza de Lloqllepampa. Estaba escondida en una<br />
choza. Le tuve que botar a mi esposo porque si venían los militares le hubieran<br />
matado. Solita me atendí. Ese tiempo escondiéndonos, ni siquiera tenía leche para<br />
darle a mi bebé. ¿De dónde le iba a dar si no comía? Un día me habían dicho: "Si le<br />
dejas a tu hija en el cerro, le puede pachar y se puede morir". Recordando eso le dejé<br />
en un cerro para que se muera. ¿Cómo ya iba a vivir así? Yo le había pasado todo mi<br />
sufrimiento con mi sangre, con mi teta. La veía de lejos, pero como lloraba mucho<br />
tenía que regresar a recogerla porque si los soldados escuchaban, hubieran venido a<br />
matarme. 35<br />
Como lo demuestra esta mujer, el dejar morir a su bebé estuvo motivado por la<br />
misericordia: ¿Cómo podría nacer un bebé normal si era producto de tanto sufrimiento y<br />
temor?<br />
Nos gustaría volver brevemente al tema de los siete adolescentes de Accomarca, todos<br />
con algún defecto congénito. Dadas nuestras investigaciones previas, fue muy llamativo<br />
que estos bebés sobrevivieran. Sabemos que es muy excepcional encontrar a un niño o<br />
una niña con defectos congénitos en el campo. Hablando fríamente, los dejan morir<br />
porque son una carga para sus familias y sus comunidades, y los padres y madres temen<br />
que estos niños y niñas nunca tengan una existencia viable.<br />
Reflexionamos sobre "la culpa" en Accomarca. Apareció con frecuencia en nuestras<br />
conversaciones. Varios dijeron que "por culpa de nosotros llegaron los militares aquí",<br />
haciendo con esto referencia indirecta a su participación en Sendero. Manejan la idea de<br />
que todos aquellos que murieron en la masacre del 14 de agosto de 1985 eran inocentes.<br />
Insisten en que los culpables escaparon hacia los cerros, dejando a los 69 inocentes que<br />
terminaron quemados.<br />
Una de las mujeres que sobrevivió a la matanza sigue viviendo en la misma casa, al<br />
costado del edificio en donde los soldados quemaron a todos, incluyendo a los dos niños<br />
de la señora Benedicta. Nos contó<br />
35. Juliana Baldeón, Accomarca.