libro de actas vol i - Ciencias del Deporte - Universidad de ...
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II Congreso <strong>de</strong> la Asociación Española <strong>de</strong> <strong>Ciencias</strong> <strong>de</strong>l <strong>Deporte</strong> INEF-Madrid<br />
¡Qué poca capacidad autocrítica, qué poca empatía, y cuanta miseria moral reflejamos <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
nuestra atalaya privilegiada occi<strong>de</strong>ntal con dicha actitud prepotente!<br />
Para superar nuestro etnocentrismo y apren<strong>de</strong>r a ponernos en la piel <strong>de</strong>l otro nada mejor que<br />
seguir a Maalouf que nos recuerda que “antes <strong>de</strong> ser inmigrante, se es emigrante; antes <strong>de</strong><br />
llegar a un país se ha tenido que abandonar otro, y los sentimientos <strong>de</strong> una persona hacia la<br />
tierra que abandona no son nunca simples. Si se va es porque hay cosas que rechaza: la<br />
represión, la inseguridad, la pobreza, la falta <strong>de</strong> horizontes. Pero muchas veces ese rechazo<br />
está acompañado por un sentimiento <strong>de</strong> culpabilidad. Hay personas cercanas a las que siente<br />
haber abandonado (...) y tantos recuerdos agradables: una casa en la que se ha crecido, una<br />
lengua, una religión, la música, las fiestas, la cocina.<br />
Paralelamente, no son menos ambiguos sus sentimientos hacia el país <strong>de</strong> acogida. Si se ha ido<br />
a vivir a él es porque espera hallar allí una vida mejor, para sí mismo y para los suyos; pero<br />
junto a esa esperanza ve con recelo lo <strong>de</strong>sconocido (...) teme verse rechazado, humillado, está<br />
muy pendiente <strong>de</strong> toda actitud que <strong>de</strong>note <strong>de</strong>sprecio, ironía o compasión.<br />
El primer reflejo no es pregonar su diferencia, sino pasar inadvertido. El sueño secreto <strong>de</strong> la<br />
mayoría <strong>de</strong> los migrantes es que se los tome por hijos <strong>de</strong>l país [al que han llegado]. Su<br />
tentación inicial es imitar a sus anfitriones, cosa que algunos consiguen. Pero la mayoría no. Al<br />
no tener el acento correcto, ni el tono a<strong>de</strong>cuado <strong>de</strong> piel, ni el nombre y apellido ni los papeles<br />
que necesitarían, su estratagema queda pronto al <strong>de</strong>scubierto. Muchos saben que no merece<br />
la pena ni siquiera intentarlo, y se muestran, por orgullo, como bravata, más distintos <strong>de</strong> lo que<br />
son. Hay incluso quienes (...) su frustración <strong>de</strong>semboca en [violencia].<br />
En los muchos países en que hoy conviven una población autóctona, portadora <strong>de</strong> la cultura<br />
local, y otra llegada con tradiciones distintas, se manifiestan tensiones (...). Es por eso aún más<br />
imprescindible que esas cuestiones tan pasionales se contemplen con cordura y serenidad.<br />
La cordura es una estrecha senda que discurre por la cresta <strong>de</strong> una montaña, entre dos<br />
precipicios, entre dos concepciones extremas. (...) la primera es la que ve el país <strong>de</strong> acogida<br />
como una página en blanco en la que cada cual pue<strong>de</strong> escribir lo que quiera, como un solar<br />
<strong>de</strong>socupado en el que cada cual pue<strong>de</strong> instalarse sin cambiar lo más mínimo sus gestos ni sus<br />
costumbres. En la otra concepción extrema, el país <strong>de</strong> acogida es una página ya escrita e<br />
impresa, una tierra cuyas leyes, valores, creencias y características culturales y humanas ya se<br />
habrían fijado para siempre, <strong>de</strong> manera que los inmigrantes no tienen más remedio que<br />
ajustarse a ellas.<br />
(...) ambas concepciones son por igual carentes <strong>de</strong> realismo, estériles y nocivas. (...) los que<br />
tienen sentido común darán un paso a<strong>de</strong>lante hacia el evi<strong>de</strong>nte terreno <strong>de</strong>l punto medio, es<br />
<strong>de</strong>cir, que el país <strong>de</strong> acogida no es ni una página en blanco ni una página acabada, sino una<br />
página que se está escribiendo. [Y que <strong>de</strong>bemos apren<strong>de</strong>r, unos y otros, a escribirla<br />
conjuntamente].<br />
La historia [<strong>de</strong>l país <strong>de</strong> acogida] <strong>de</strong>be respetarse, [entendiendo por tal] todo lo que se ha<br />
construido a lo largo <strong>de</strong> los siglos, la memoria, los símbolos, las instituciones, la lengua, las<br />
obras artísticas (...). Al mismo tiempo, todo el mundo admitirá que el futuro <strong>de</strong> un país no pue<strong>de</strong><br />
ser una mera prolongación <strong>de</strong> su historia; sería incluso <strong>de</strong>solador que un pueblo, cualquiera,<br />
venerara más su historia que su futuro; un futuro que se construirá con cierto espíritu <strong>de</strong><br />
continuidad pero con profundas transformaciones, y con importantes aportaciones <strong>de</strong>l exterior<br />
(...).<br />
Lo que trato <strong>de</strong> extraer es una serie <strong>de</strong> cautelas para unos y para otros.<br />
Para unos y para otros, insisto. En el planteamiento que yo suscribo hay constantemente una<br />
exigencia <strong>de</strong> reciprocidad (...). Es con ese espíritu con el que me gustaría <strong>de</strong>cirles, primero a<br />
los “unos”: “cuanto más os impregnéis <strong>de</strong> la cultura <strong>de</strong>l país <strong>de</strong> acogida, tanto más podréis<br />
impregnarlo <strong>de</strong> la vuestra”; y <strong>de</strong>spués a los “otros”: “cuanto más perciba un inmigrado que se<br />
respeta su cultura <strong>de</strong> origen, más se abrirá a la cultura <strong>de</strong>l país <strong>de</strong> acogida” (Maalouf, 1999:52-<br />
55).<br />
Hemos recogido íntegramente esta larga cita porque pensamos que es muy difícil expresar<br />
mejor la actitud que <strong>de</strong>be prevalecer en todo proceso <strong>de</strong> integración <strong>de</strong> los inmigrantes.<br />
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