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la lepra se puede controlar; los que la padecen pueden tener una vida
relativamente normal. Muchas otras enfermedades, como la tuberculosis,
han podido erradicarse en gran medida gracias a la medicina
moderna. Pero sigue habiendo patologías incurables, además de otros
males nuevos, como el sida, que se suman a los ya conocidos. Algunos
son producto del desarrollo social, y otros, incluso, surgen como consecuencia
del mismísimo tratamiento médico.
Tal vez la ciencia médica nunca logre eliminar por completo la totalidad
de las enfermedades. Algunas seguirán representando un misterio,
y es probable que la humanidad deba lidiar siempre con el
miedo a la muerte y con dolencias imposibles de curar. Sea como
fuere, desde el punto de vista secular, las dolencias kármicas constituyen
un enigma inevitable. La práctica budista, que busca activar
nuestra fuerza vital interior en el nivel más esencial, brinda una clave
para superar las seis clases de enfermedad y, en particular, las de origen
kármico, porque genera cambios en el terreno del karma.
Es habitual que las personas que viven en un mismo período
histórico, en una misma comunidad o que integren una clase social
homogénea experimenten problemas similares. Cuando esto ocurre,
hablamos de un “karma colectivo”. Si un grupo o nación comparte
creencias comunes, pero erradas, los efectos negativos se harán sentir
sobre el conjunto de los habitantes. Las epidemias, por ejemplo,
suelen ser causadas por costumbres y nociones equivocadas con respecto
a la alimentación, los cuidados sanitarios y otro tipo de prácticas.
El budismo reconoce la naturaleza colectiva de estos dilemas, pero
afirma que el remedio de todos los problemas comienza por un cambio
individual en la mentalidad, y en las acciones que emprende el sujeto
basado en esta transformación interior. Cuando una persona toma
conciencia del poder ilimitado que lleva consigo, puede ejercer una influencia
cada vez mayor en su entorno e inspirar un cambio en la
actitud de sus congéneres, capaz de producir una transformación en el
destino de toda la humanidad.