355449804
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
116/246
absolutamente negro y oscuro. Es muy difícil de explicar, pero sentía
como si estuviera moviéndome en un vacío, a través de la negrura. Y
sin embargo, estaba consciente. Era como estar en un cilindro que no
tenía aire en su interior. Me sentía en una especie de limbo, de estar a
medias allí, y a medias en otro lugar”. 6
Esta es sólo una de muchas crónicas semejantes. Vistas en conjunto,
sugieren enfáticamente que, pese a todas las apariencias en contrario,
la vida, como experiencia subjetiva, no se extingue en el momento de
la muerte.
Desde luego, hasta hoy, los investigadores no han arribado a ninguna
conclusión definitiva con respecto al significado de las experiencias
de muerte temporal. En sentido general, hay dos corrientes de
pensamiento. Una postula que hay una forma de conciencia que perdura
después de la muerte. La otra dice que todas las experiencias de
muerte temporal pueden explicarse como fenómenos neurológicos.
Los que adscriben a esta última interpretación afirman que dichas
vivencias no necesariamente demuestran que haya vida después de la
muerte.
Por cierto, todo análisis sobre el más allá es especulativo, ya que la
existencia de esta fase no puede demostrarse empíricamente; es sólo
una teoría. A la inversa, tampoco hay bases para afirmar que la visión
materialista de la vida —según la cual la vida finaliza con la muerte—
es más científica o menos especulativa que la teoría antedicha. Ninguna
de las dos posturas puede ser fundamentada de manera
concluyente.
Esto me hace pensar en el argumento postulado por Blas Pascal, el
pensador y matemático francés que describió al hombre como un
“junco pensante”. Pascal se destacó por su trabajo sobre la teoría probabilística.
Fiel a su propensión intelectual, analizó la vida después de
la muerte desde el punto de vista de la probabilidad.