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recalca las influencias recíprocas entre los fenómenos, ha sido aplicado
a muchos campos, como la administración de empresas, la sociología,
la ingeniería ambiental y hasta la ingeniería mecánica.
El budismo y, en especial, el principio de los tres mil aspectos contenidos
en cada instante de la vida, podrían verse como una “ciencia
sistémica” cuyo objeto es comprender la totalidad de los fenómenos de
la vida. Por ejemplo, la enseñanza budista de que la mente y el cuerpo
son “dos, pero no dos”, que es parte de un sistema filosófico más amplio,
está sustentada por las investigaciones de la ciencia moderna.
Los investigadores psicológicos y fisiológicos han confirmado que
existe una efectiva interacción entre el cuerpo y la mente. Por ejemplo,
el estrés emocional da origen a síntomas somáticos como úlceras o
tensión muscular, mientras que ciertos factores físicos, como la deficiencia
de vitaminas o los cambios en los niveles de azúcar en la sangre,
pueden afectar profundamente el estado emocional de un sujeto.
Aun en el siglo XIX, basado en su argumento de que la tensión psicológica
afectaba el proceso digestivo, el patólogo austríaco Kart Rokitansky
sostuvo que las enfermedades del estómago eran producto directo
de trastornos cerebrales. La “medicina psicosomática” ha surgido
a partir de comprender, cada vez más claramente, la sutil influencia
recíproca que hay entre el cuerpo y la mente.
La interrelación entre lo material y lo espiritual es un punto pertinente
en el debate de cuestiones relacionadas con el cerebro y la mente
del hombre. Por ejemplo, sigue debatiéndose si el criterio legal para
establecer la muerte humana debe ser la muerte cerebral o el cese de la
función cardíaca.
A menudo, suele pensarse que el cerebro es el asiento orgánico del
espíritu y que, como tal, está inseparablemente relacionado con la
mente. En su libro Human Options (Las opciones del hombre), el doctor
Norman Cousins definió el sistema de creencias del individuo no
sólo como un “estado mental”, sino como una “realidad psicológica