355449804
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
165/246
interrelacionados. Los nueve factores, entonces, expresan con coherencia
un mismo estado de vida en cualquier momento dado. Por ejemplo,
las personas en estado de infierno poseen la apariencia oscura y
depresiva de los que están sumergidos en el sufrimiento. Ya que su
naturaleza está transida de furia y de pesar, su poder e influencia
tienden a contagiar esta oscuridad al resto de la gente que las rodea.
Hacen las causas y reciben los efectos propios del estado de infierno.
Los que viven en estado de éxtasis son personas de aspecto típicamente
sonriente y exaltado. En su naturaleza, experimentan un optimismo
y un júbilo que los hace sentirse dichosos ante todo lo que se les
cruza por delante. Su poder e influencia tienden a irradiar a su medio
ambiente esta cualidad alegre y despreocupada.
La visión del Buda percibe esta verdadera realidad. La verdadera
realidad de todos los fenómenos es que cada uno posee un potencial
latente (naturaleza y poder) y una apertura al cambio (causa interna,
relación, efecto latente y efecto manifiesto). Los fenómenos dependen
unos de otros, están abiertos recíprocamente, pero mantienen su consistencia
interna y están unificados.
La coherencia del principio al fin también puede trasladarse a un
plano más elevado, desde la perspectiva de la verdad universal a la cual
se iluminó el Buda; es decir, que por ser entidades de la Ley Mística,
la vida del Buda (comienzo) y la vida de los seres en los nueve estados
(fin) son iguales en última instancia (coherencia). Por lo tanto, todos
los seres vivientes pueden llegar a ser budas una vez que toman conciencia
de la verdadera realidad de su propia vida, y comprenden que
son entidades de la Ley Mística. La única diferencia entre un buda y
una persona que vive en los nueve estados es la conciencia o la ignorancia
de esta verdad.
Los tres principios de individualización