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Una falencia muy común en el hombre es endilgar su sufrimiento a
cosas externas, ya se trate del prójimo, de circunstancias ajenas al control
del sujeto o a lo que fuere, en lugar de buscar las causas en su interior.
No obstante, si basamos nuestra vida en el principio de que la
vida y su ambiente son inseparables, vemos que la causa fundamental
de todas nuestras desdichas y tribulaciones yace no en el entorno, sino
en nosotros mismos.
Nichiren escribió: “Si el corazón de las personas es impuro, su tierra
también lo es, pero que si su corazón es puro, así es el sitio en que
viven. No existen, en sí mismas, una tierra pura y otra impura. La
diferencia sólo reside en el bien y el mal de nuestro corazón”. 18 Este
pasaje nos indica que hay un método práctico para transformar
nuestro mundo: que cambiemos nosotros.
Como explicó Nichiren, la vida es configurada por su ambiente.
Ciertas influencias que el hábitat y el medio ambiente ejercen en los
seres humanos son estudiadas por ciencias como la bioclimatología, la
biometeorología y la medicina meteorológica. Menos científicamente,
el saber popular sostiene que cuando el cielo está nublado durante
mucho tiempo, la gente tiende a sentirse deprimida, y que cuando está
por bajar la presión atmosférica las viejas heridas vuelven a doler. De
hecho, estas observaciones tienen asidero psicológico real. La mayoría
de nosotros reconoce los sutiles cambios psicológicos que produce el
estado del tiempo. Tal vez por eso, los médicos a veces prescriben un
“cambio de aire”. Internarse en la naturaleza no sólo es renovador
para el espíritu; también despeja la mente, porque los árboles emiten
diminutas partículas de sustancias llamadas “fitoncidos”, cuya inhalación
fortalece el sistema nervioso y agudiza los procesos mentales.
Harvey Cushing, el gran neurocirujano norteamericano que vivió a
fines del siglo XIX y a comienzos del siglo XX, dijo: “Un médico está obligado
a considerar más que el órgano enfermo; más, incluso, que el
hombre completo: debe ver al ser humano en su mundo”. 19 Lo que