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“Las entidades hambrientas perciben el río Ganges como fuego, y los
seres humanos, como agua; a su vez, las deidades celestiales lo ven
como amrita. Aunque el agua es la misma, tiene una apariencia distinta
según la retribución kármica originada en el pasado”. 10 Dice que
una vida en estado de hambre percibe las aguas del Ganges como si
fueran las llamas devoradoras de su propio apetito insaciable, mientras
que alguien en un estado diferente las percibe de manera muy distinta.
Aunque el pasaje se refiere sólo a la percepción en los estados de
hambre, humanidad y éxtasis, el principio, obviamente, se aplica a los
demás. De tal suerte, cuando establecemos la Budeidad como estado
básico, podremos crear una vida de ilimitada alegría y de absoluta
libertad.
Desde el punto de vista de la posesión mutua de los diez estados, lograr
la Budeidad no significa erradicar los nueve estados inferiores.
Antes bien, significa hacer el mejor uso posible de todos ellos. Por
ende, la enseñanza sobre la posesión mutua es muy amplia.
Las doctrinas budistas que no explican la posesión mutua tratan los
nueve estados con desdén y afirman que uno sólo puede ingresar en la
Budeidad si erradica esas otras condiciones. Es como si trataran de extirpar
partes de la existencia humana que consideran perniciosas; con
este enfoque, imponen restricciones y condenan las falencias. Esto, en
última instancia, conduce a una idea conocida como “aniquilar la conciencia
y reducir el cuerpo a cenizas”; en otras palabras, librarse de los
deseos mundanos y de los apegos.
Desde luego, la autorreflexión es muy importante; pero, si no está
gobernada por un enfoque positivo y orientado al avance, puede hacer
que la vida termine cerrándose y volviéndose rígida, y desembocar en
un extravío con respecto al sentido primordial de la existencia.
Un dicho japonés dice que, en aras de enderezarle los cuernos a la
vaca, uno termina matándola. En lugar de condenar y proclamar las