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Luego, Toda describió un gran momento de revelación que experimentó
después de haber entonado Nam-myoho-renge-kyo dos millones
de veces, en el transcurso de varios meses, en los cuales se dedicó
a leer el Sutra del loto en forma continua. Esta revelación le permitió
comprender directamente la verdad de que la vida es eterna.
Los escritos de esta índole [que entienden que la
vida es eterna] son innumerables. Sin esta concepción,
no existe el budismo. La vida es así [eterna], y este es
el primer portal hacia la iluminación de los sabios.
Muchos intelectuales se burlarán desdeñosamente de
la concepción budista de la vida, y la negarán tildándola
de supersticiosa, pero me temo que, en esta
actitud, sólo revelan su propia mentalidad prejuiciosa
y su enfoque poco científico. La ley de causalidad es
un pilar esencial de la ciencia. Todos los fenómenos
del universo están gobernados por leyes de causalidad;
por lo tanto, ignorar esta ley y decir que la vida es
resultado de la unión entre un espermatozoide y un
óvulo constituye un pensamiento superficial, que sólo
explica la apariencia pero no toma en cuenta una
causa original. Hay algo increíblemente insensible a la
naturaleza de la vida en la actitud del que afirma que
la vida ocurre en forma fortuita y que desaparece
como una burbuja, pero cree que todos los demás
fenómenos están gobernados por leyes de causa y
efecto.
Algunos nacen brillantes; otros, no. Algunos son
hermosos por naturaleza; otros nacen feos. Algunos
gozan de buena salud; otros nacen trayendo enfermedades.
Las diferencias son muchas. Hay quienes
siguen siendo pobres, a pesar de su esfuerzo por triunfar.
Otros sufren de deseos mundanos como la envidia