355449804
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
127/246
adopta la forma de un hombre corriente y moliente, para poder obrar
en beneficio de sus semejantes. El tiempo que pasa una vida en la fase
de existencia intermedia, entre que muere y vuelve a nacer, depende
de las condiciones de esa vida individual. Si, al morir, una vida se fusiona
con la Budeidad universal, tarda muy poco tiempo en renacer en
este mundo.
Ese “tiempo” que transcurre antes de que una vida vuelve a nacer
individualizada es distinto del tiempo que el ser humano experimenta
en este mundo: en todo caso, es el tiempo percibido por esa vida particular,
cuya duración varía según su estado espiritual. Para emplear
una analogía familiar, cuando nos sentimos sumamente felices, el
tiempo vuela; una hora parece apenas un minuto. A la inversa, cuando
sufrimos, el tiempo parece no transcurrir nunca, y los minutos parecen
horas interminables.
Los diez estados también existen en la gran vida universal. Si
nuestro estado de vida en el último instante es de infierno, esa persona
se fusiona con el estado de infierno del universo; si uno está en estado
de éxtasis, la vida se fusiona con el estado de éxtasis del cosmos. En
otras palabras, la vida del individuo se integra al estado de la vida universal
que corresponde a su “longitud de onda”.
Con respecto a la forma en que nuestra vida se fusiona con el universo,
aunque hablemos de diez estados inherentes a la vida universal,
en realidad ellos no existen como lugares reales, en algún lugar del
universo. Por ejemplo, el estado de éxtasis no está físicamente al lado
de Venus… Por el contrario, los diez estados impregnan y atraviesan la
totalidad de la vida universal. Tanto el estado de infierno, como el de
éxtasis o el de Budeidad están presentes en todas y en cada una de las
partes del universo entero.
Cuando, al morir, la vida individual se fusiona con el estado correspondiente
de la vida universal, esa vida pasa a constituir una entidad
inseparable del universo total. Precisamente por esta razón, siempre