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sacerdotes-médicos a otros que buscaron activamente las causas orgánicas
de las enfermedades y rechazaron lo sobrenatural en beneficio
de lo físico.
Hipócrates, considerado el “Padre de la Medicina”, vivió un siglo
después que Pitágoras, en una época de creciente interés en la lógica y
en la razón. Ejerció y enseñó la medicina en Atenas y en otras partes
de Grecia, y se centró en la observación clínica y en el estudio racional
del cuerpo y de sus diversas funciones; fue un excelente facultativo,
célebre por su personalidad descollante. Él y sus seguidores dejaron al
mundo antiguo la Colección hipocrática, antología de escritos donde
se expone una actitud hacia la vida, la enfermedad y el individuo enfermo,
que hasta el día de hoy goza de amplio reconocimiento.
Hipócrates coincidió con sus contemporáneos en que el cuerpo humano
—como el resto del cosmos— se componía de cuatro elementos:
tierra, agua, fuego y aire, y que los trastornos corporales ocurrían
como resultado del desequilibrio entre los cuatro “humores cardinales”
—sangre, flema, cólera (o bilis amarilla) y melancolía (bilis
negra)—. Para simplificar la cuestión, Hipócrates creía que el ser humano
estaba sano cuando estos cuatro humores mantenían la armonía.
En cambio, cuando se quebraba este orden armonioso, se instalaba
la enfermedad. Otro hallazgo importante de Hipócrates fue su
clara conciencia del poder curativo inherente al cuerpo humano. Su
actitud hacia la medicina queda bien resumida en el famoso juramento
hipocrático —que los estudiantes suelen hacer cuando, finalizada su
formación, se gradúan y comienzan a ejercer la actividad—; esta serie
de principios establecen un código ético para la profesión médica.
El tratamiento de las enfermedades en la historia
budista
Diversas fuentes afirman que Shakyamuni, príncipe de un pequeño
reino indio, estudió medicina y llegó a dominar las técnicas