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sufrimientos en las cuatro virtudes que desplegamos desde nuestro
propio interior.
Nam-myoho-renge-kyo, como luego veremos, se refiere a la Ley suprema
de la vida y del universo; es, entonces, la causa por la cual todos
los seres logran la iluminación. Más específicamente, “Nam” significa
“devoción” o “consagración”; Myoho-renge-kyo, el título del Sutra del
loto, también es el nombre con que se designa la realidad suprema o
esencial. Nichiren interpretó que el Sutra del loto, en su totalidad, era
una explicación de Nam-myoho-renge-kyo.
Este sutra singular refuta la idea de que Shakyamuni había logrado
inicialmente la iluminación en la India, en el siglo VI a. C., con la identidad
del príncipe Siddhartha; en cambio, postula que la iluminación
del Buda ya existía desde un pasado inconcebiblemente remoto. La
verdad que esto pone de manifiesto es que la Budeidad ha existido
desde siempre en la vida de todas las personas. En otras palabras, no
hace falta que nos convirtamos en seres extraordinarios para manifestar
la iluminación, sino que, simplemente, nos esforcemos y trabajemos
para activar nuestra naturaleza de Buda innata.
El propósito fundamental del budismo es permitir a cada persona
comprender la verdadera naturaleza de su vida. Esta verdad, que
muchos sutras mencionan de manera implícita, no puede ser cabalmente
expresada por medio del lenguaje; Shakyamuni la comprendió,
no mediante la palabra, sino dedicándose a muchas clases de prácticas
y, finalmente, entregándose a la meditación bajo un árbol, el “árbol
bodhi”. Pero aun antes de arribar a ese estado de iluminación, ya existían
en su ser tanto la verdad suprema como la sabiduría necesaria
para percibirla. Lo que hizo Shakyamuni fue ponerlas de manifiesto,
rompiendo los límites que le imponían los deseos y las ilusiones. Sin
embargo, halló que esa verdad era algo imposible de transmitir cabalmente
a los demás por medio de la palabra. Por eso, si bien
Shakyamuni predicó sus enseñanzas durante muchos años, también