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juventud suelen sentir rechazo hacia la gente anciana. Los hombres
embriagados por el orgullo de la salud sienten aversión por la gente
enferma. Y los seres humanos, embriagados por el orgullo de estar
vivos, aborrecen la muerte. Pero al apartar la mirada de la vejez, la enfermedad
y la muerte, que son parte de la realidad, estamos negando
nuestro propio futuro y nuestro destino inevitable.
El psicólogo define tres problemas claves de la edad avanzada: la angustia,
la soledad y la sensación de ser superfluo. El sociólogo, en cambio,
dice que las dificultades críticas de la vejez son la pobreza, la enfermedad
y el aislamiento. Aunque, algún día, la sociedad logre eliminar
la pobreza y la enfermedad, más aún les costará a las personas
mayores resolver su sentimiento de inutilidad, soledad y angustia.
Nichiren describió un lugar llamado “el país donde se abandonaba a
los ancianos”. Según las escrituras budistas, antiguamente había una
tierra donde, invariablemente, se dejaba a la gente mayor librada a su
propia suerte, lejos de todos, para que allí muriesen y hubiera menos
bocas que alimentar. Un día, el país se vio en una crisis gravísima; el
único sabio que podía ayudarlos a hallar la salida era un anciano cuyo
paradero nadie conocía, pues su hijo, reacio a aceptar la cruel costumbre,
lo había escondido en un lugar secreto. Al enterarse de ello, el
rey modificó las leyes para cerciorarse de que los ancianos fuesen
tratados con la debida reverencia.
La nutrida experiencia de vida de la gente mayor constituye un recurso
tan preciado como imprescindible. Por lo tanto, debemos reflexionar
sobre nuestra forma de ver la edad anciana, y crear una sociedad
donde los mayores puedan sentirse plenos y vivir a gusto esta etapa de
su existencia. Este, a decir verdad, debería ser el objetivo de toda ciencia
y labor en el área geriátrica.
Es terrible que las personas mayores —que, en casi todos los casos,
llegaron a la vejez luego de muchos años de servir a sus familias y a la
comunidad—, acaben sintiéndose excluidas de la sociedad. A menudo,