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Tomo I

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gallego, escoba del cielo.- Aire de Toledo, agua en el suelo.- Cuando Dios quiere con todos los aires<br />

llueve.-(Refr.) El aire de Madrid mata a un hombre y no apaga un candil. (Exp. pop.)<br />

Aireado. adj. Dícese del vino que ha perdido parte de sus aromas por una incorrecta exposición al<br />

aire.<br />

Aireador. m. Aparato con que se refresca la leche y se limpia de las impurezas y del olor peculiar de<br />

la granja.<br />

Airear. tr. Poner al aire o ventilar alguna cosa. A. los granos./ And. airearse. Recibir una pieza a favor<br />

del viento las emanaciones corporales de un cazador.<br />

Airecillo. f. m. dim. de aire. Aire o viento suave sin ímpetu. (Lat. Aura tenuis.) “Airecillos del<br />

Puerto,/ que soplais tan fríos.” (Esquil. Rim. fol 315)<br />

Aireenas. (Del lat.aera, la era) f. pl. Hist. ant. Fiestas celebradas por los agricultores en honor de Ceres<br />

y de Baco, en Atenas, en las que se les ofrecían las primicias de los cereales y vino recolectados.<br />

Airón. (Del germ. *haigro, a través del ant. fr. hairon.) m. garza real. (Ardea purpura)/ 2, Penacho de<br />

plumas que tienen en la cabeza algunas aves. (Lat. Galeae, aut galeri cristae plumeus apex.)<br />

Airoso, sa. 1492. adj. Tiempo o sitio en que hace mucho aire. (Lat. Locus vento paten)// “Como vienes<br />

del Monte/ vienes airosa;/ vienes coloradica/ como una rosa.” (Parranda murciana).<br />

Airuz. m. Nav. Ventarrón, airazo.<br />

Aishele. Nav. Voz usada para incitar a los perros con el fin de que acometan.<br />

Aitabelo. f. Nav. Hierba con aplicaciones medicinales.<br />

Aité. (De or. caribe.) m. Cuba. Nombre de árboles silvestres de madera muy dura.<br />

Aixadero o azadero. m. Nav. ant. Jornalero o cavador.<br />

(Azada: aixada, ajada, azada.)<br />

Era en aquella Navarra,<br />

-de aixada, ajada o azada-<br />

donde tu vigor desgarra<br />

esa tierra en que se agarra,<br />

planta crecida y colmada.<br />

Aizcolari. (Del vasc. aitzkolari.) m. Hoy, deportista – y antes leñador o hachero- que toma parte en las<br />

apuestas de hachas, consistentes en cortar, con dicha heramienta, troncos de árbol. Resulta<br />

vencedor el que consigue partir antes los troncos de haya, objeto de tan noble disputa.<br />

[De una tierra]<br />

Si es navarra o vascongada:<br />

fuerte y recio leñador,<br />

que con el hacha empuñada<br />

dejas la entraña quebrada<br />

del árbol, tu gran señor.<br />

Corta la mejor madera<br />

del roble prometedor,<br />

y déjala prisionera<br />

de un hierro que se atempera,<br />

para que guarde “licor”.<br />

“Aizkolari.- Yo quisiera saber, como supieron/ esculpir –en Hélade y su entorno- la pureza<br />

expresiva del contorno, y la silueta;/ el impulso y la forma –hechos figura viva-/ de un cuerpo en<br />

dinamismo de senderos,/ que muestran y armonizan, claramente:/ equilibrio maduro, y lejanías./<br />

Surgidas, avanzando/ por el nervio caliente de su mano,/ y enraizadas en un brazo viril,/<br />

¡músculo vivo!, que mueve y articula/ el disco y la distancia, hasta el omega./ Como, ahora, he<br />

visto aquí:/ brillar y volar, impeler y clavar, profundamente,/ el acero del hierro, en ese tronco<br />

erguido/ que, a pesar de estar caído, continúa porfiando/ con la firme dureza de su leño/ -círculo<br />

creciente de continuadas primaveras-/ al brío de tu empuje arrollador./ Haciéndome volver, y<br />

volverme –como aquellos-/ escultor del aliento, con amplio fundamento/ en esta fuerza joven , de<br />

una tierra ancestral,/ donde brota el hombre y se estremece,/ y sueña y endurece el cuenco de su<br />

piel,/ que, además reblandece, de ternura y de latido,/ al quedar su retina, colmada y anegada,/ de<br />

laderas y de vida, más allá./ Ya que aquí, en este suelo, de una tierra esponjada,/ la naturaleza<br />

entera se vuelca y se somete/ -con su calor de madre- al vigor de su hijo,/ para que pueda, éste –<br />

como tú- penetrar sus entrañas,/ ¡otra vez!, abiertas en el árbol -por tu mano-/ para ser el origen, el<br />

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