Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Mirábalo a <strong>Zorba</strong> al fulgor de la luna y me maravillaba la fe en sí mismo, la sencillez con que se<br />
acomodaba al mundo viviente; cómo su alma y su cuerpo formaban un todo armonioso; y cómo<br />
toda cosa, mujeres, pan, agua, carne, sueño, se confundían alegremente con su carne y se<br />
convertían en <strong>Zorba</strong>. Nunca jamás había presenciado tan amistoso entendimiento entre un<br />
hombre y <strong>el</strong> universo.<br />
La luna se inclinaba ahora hacia <strong>el</strong> poniente, redonda, verde pálida. Una inefable dulzura se<br />
extendía sobre <strong>el</strong> mar.<br />
<strong>Zorba</strong> arrojó <strong>el</strong> cigarrillo, estiró los brazos, rebuscó entre las cosas contenidas en un cestillo, sacó<br />
hilos, bobinas, tro¬citos de madera; encendió la lamparilla de alcohol y se entre-tuvo una vez más<br />
con los ensayos d<strong>el</strong> proyectado cable aéreo. Inclinado sobre <strong>el</strong> juguete rudimentario, se abismaba<br />
en cálculos muy difíciles sin duda, pues a cada rato se rascaba con furia la cabeza y echaba una<br />
imprecación. De pronto, se hartó. De un puntapié derribó la construcción y <strong>el</strong> t<strong>el</strong>eférico quedó<br />
hecho un montoncillo informe en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o.<br />
XII<br />
Me venció <strong>el</strong> sueño. Cuando desperté, <strong>Zorba</strong> ya se había marchado. Hacía frío; no tenía <strong>el</strong> menor<br />
deseo de levantarme. Alargué <strong>el</strong> brazo hacia una repisa que había a la cabecera y saqué de <strong>el</strong>la un<br />
libro de mi preferencia y que siempre llevaba en mis viajes, los versos de Mallarmé. Leí<br />
lentamente, al azar; cerré <strong>el</strong> libro, volví a abrirlo; lo dejé al fin. Todo cuanto leía aparecíaseme, por<br />
vez primera en aqu<strong>el</strong>la mañana, exangüe, desprovisto de olor, de sabor y de sustancia hu¬mana.<br />
Palabras, de tono azul descolorido, vacías, suspensas en <strong>el</strong> aire. Agua destilada, perfectamente<br />
pura, sin microbios, pero también carente de sustancias nutritivas. Sin vida.<br />
Así como ocurre que en las r<strong>el</strong>igiones cuyo impulso crea¬dor ha muerto, los dioses no son sino<br />
motivos poéticos y adornos propios para alegrar la soledad de hombres y de paredes, así ocurre<br />
con esta poesía. La vehemente aspiración de un corazón cargado de humus y de simientes se<br />
trans¬forma en un juego int<strong>el</strong>ectual impecable, en una arquitectura aérea sabia y complicada.<br />
Abrí de nuevo <strong>el</strong> libro y leí en él. ¿Por qué durante tantos años estos poemas me conmovieron?<br />
¿Poesía pura? La vida cambiada en juego lúcido, transparente, sin <strong>el</strong> peso siquiera de una gota de<br />
sangre. El <strong>el</strong>emento humano es de por sí grávido de deseo, de turbaciones, de impurezas –amor,<br />
carne, grito– ¡que se sublime, pues, en idea abstracta, y dentro d<strong>el</strong> horno d<strong>el</strong> espíritu, pasando de<br />
alquimia en alquimia, que llegue a inmaterializarse y a depurarse!<br />
E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 109