Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
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Luego se volvió hacia mí:<br />
–Tiende <strong>el</strong> anzu<strong>el</strong>o, patrón.<br />
–Esta noche no hay patrón –le dije–. Llámame com¬padre.<br />
–Tiende <strong>el</strong> anzu<strong>el</strong>o, compadre, pues. Cuando te diga: «¡Ohé!», tú nos alcanzas los anillos.<br />
Reanudó la salmodia con su fuerte voz de asno:<br />
«¡Para <strong>el</strong> servidor de Dios, Alexis, y para la servidora de Dios, Hortensia, desposados uno con la<br />
otra, imploramos al Señor!»<br />
–¡Kyrie <strong>el</strong>eison! ¡Kyrie <strong>el</strong>eison! –canturrié, contenien¬do con dificultad la risa y las lágrimas.<br />
–Quedan todavía una cantidad de historias, de las que maldito si me acuerdo... Pero vayamos al<br />
punto escabroso.<br />
Brincando como un pez exclamó:<br />
–¡Ohé! –y tendió hacia mí la manaza.<br />
»–Dame la mano, dueña de mi corazón –dijo a la novia.<br />
La mano gordezu<strong>el</strong>a, agrietada por las lejías d<strong>el</strong> lavado, se tendió temblorosa.<br />
Yo les puse los anillos a uno y otra, mientras <strong>Zorba</strong>, enajenado, gritaba como un derviche:<br />
«¡El servidor de Dios, Alexis, queda desposado con la servidora de Dios, Hortensia, en nombre d<strong>el</strong><br />
Padre, d<strong>el</strong> Hijo y d<strong>el</strong> Espíritu Santo, amén! ¡La servidora de Dios, Hortensia, queda desposada con<br />
<strong>el</strong> servidor de Dios, Alexis!»<br />
»–¡Ya está, se acabó, hasta <strong>el</strong> año próximo! Ven, pollita mía, que te dé <strong>el</strong> primer beso honrado que<br />
hayas recibido en tu vida.<br />
Pero doña Hortensia rodaba por <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o. Prendida a las piernas de <strong>Zorba</strong>, lloraba a lágrima viva.<br />
<strong>Zorba</strong> meneó la cabeza, compasivo:<br />
–¡Pobres mujeres –murmuró–, qué bestias son!<br />
Doña Hortensia se levantó, sacudióse las faldas y abrió los brazos.<br />
–¡Eh! ¡Eh! –exclamó <strong>Zorba</strong>–. ¡Que estamos en Mar¬tes Santo, hoy; abajo las patas! ¡Que estamos<br />
en plena Cuaresma!<br />
–¡<strong>Zorba</strong> mío!... –murmuró <strong>el</strong>la, desfallecida.<br />
–Paciencia, rica mía; hasta Pascua de Resurrección, ayu¬no y abstinencia. Ahora, ya llegó <strong>el</strong><br />
momento de que re¬greses a tu casa. ¿Qué dirá la gente si andas a estas horas por las calles?<br />
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