13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

El rumor de la gente alcanzaba poco a poco mayor intensi¬dad. Ante <strong>el</strong> sol que se iba poniendo,<br />

dos o tres nubes rosadas de primavera permanecían inmóviles en <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. La higuera de la<br />

Señorita estaba cubierta de hojas verdes recientes.<br />

Sorpresivamente me hallé con que doña Hortensia corría hacia mí, de regreso, despeinada,<br />

jadeante, con uno de los zapatos, que se le había salido al correr, en la mano. Venía llorando.<br />

–¡Dios mío! ¡Dios mío!... –exclamaba. Tropezó y casi cae sobre mí. La sostuve.<br />

–¿Por qué lloras? ¿Qué ocurre? –le pregunté ayudán¬dole a calzar <strong>el</strong> torcido zapato.<br />

–Tengo miedo... Tengo miedo...<br />

–¿De qué?<br />

–De la muerte.<br />

Había olido a la muerte en <strong>el</strong> aire y la dominaba <strong>el</strong> terror. La tomé d<strong>el</strong> blando brazo, pero <strong>el</strong> viejo<br />

cuerpo se resistía tembloroso.<br />

–No quiero... no quiero... –clamaba.<br />

La inf<strong>el</strong>iz temía acercarse a una zona donde la muerte había aparecido. Era preciso evitar que<br />

«Caronte» la viera y se acordara de <strong>el</strong>la... Como todos los ancianos, esforzábase nuestra pobre<br />

sirena por ocultarse en la hierba de la tierra tomando su verde color, por esconderse a las miradas,<br />

en la tierra misma tomando su color pardusco, de modo que en ningún caso «Caronte» la divisara.<br />

Con la cabeza encogida entre los hombros grasos y encorvados hacia ad<strong>el</strong>ante, tem¬blaba sin<br />

cesar.<br />

Arrastróse hasta <strong>el</strong> pie de un olivo y me tendió <strong>el</strong> manto remendado:<br />

–Cúbreme, amigo, cúbreme y ve a ver.<br />

–¿Tienes frío?<br />

–Tengo frío, cúbreme.<br />

La cubrí lo mejor que pude, de modo que quedara di¬simulada en la tierra y me fui.<br />

Aproximándome al promontorio oía ya los cantos fúne¬bres. Mimito pasó corriendo.<br />

–¿Qué ocurre, Mimito? –grité.<br />

–¡Se ha ahogado! ¡Se ha ahogado! –me respondió sin detenerse.<br />

–¿Quién?<br />

–Pavli, <strong>el</strong> hijo de Mavrandoni.<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 131

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!