13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

»Si estas tonterías que te escribo te indicaran que he caído en plena chochera, dím<strong>el</strong>o, por favor,<br />

en tu próxima. Por de pronto, recorro las tiendas de Candía en busca d<strong>el</strong> cable adecuado y me<br />

regodeo. “¿De qué te ríes, amigo?”, me preguntan. Pero ¿cómo explicárs<strong>el</strong>o? Yo me río porque de<br />

repente, mientras tiendo la mano para verificar si es bueno <strong>el</strong> cable, pienso en qué es <strong>el</strong> hombre,<br />

para qué está en la superficie de la tierra, para qué sirve... En mi opinión, para nada. Todas las<br />

cosas dan lo mismo: que tenga mujer, o que no la tenga; que sea honrado, o que no lo sea; que<br />

sea bajá o mozo de cord<strong>el</strong>. Sólo hay diferencia entre estar vivo y estar muerto. Si <strong>el</strong> diablo o Dios<br />

me llaman a sí (¿te diré, patrón, que mucho me temo que Dios y <strong>el</strong> diablo sean uno?) reventaré,<br />

me convertiré en osamenta hedionda, apestaré y la gente se verá obligada a sepultarme en un<br />

hoyo de cuatro pies de profundidad para no quedar asfixiada.<br />

»A propósito, tengo que confesarte, patrón, una cosa que me da miedo, la única, y que no me deja<br />

en paz ni de día ni de noche: la cosa que me da miedo, patrón, es la vejez ¡presérvenos <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o de<br />

<strong>el</strong>la! La muerte no es nada, un ¡pff! y la cand<strong>el</strong>a se apaga. Pero la vejez es vergonzosa.<br />

»Para mí la mayor vergüenza es confesar que estoy viejo y hago cuanto puedo por que nadie<br />

advierta que he enveje¬cido: salto, bailo; aunque me du<strong>el</strong>an los riñones, bailo. Bebo, aunque me<br />

den vértigos y todo gire en torno de mí; yo permanezco impávido, como si nada ocurriera. Si estoy<br />

sudo¬roso, me zambullo en <strong>el</strong> mar y tomo frío y me dan ganas de toser para aliviarme, pues la<br />

vergüenza, patrón, me sofoca la tos en la garganta ¿me oíste toser alguna vez? ¡nunca! Y esto no<br />

solamente, como podría creerse, cuando hay alguien presente; lo mismo cuando me hallo a solas.<br />

Me avergüenzo ante <strong>Zorba</strong>, patrón, ¿qué te diré? ¡Me avergüenzo ante él!<br />

»Un día, en <strong>el</strong> monte Atos, pues también allí estuve y más me hubiera valido que me rompiera una<br />

pata antes, conocí a un monje, <strong>el</strong> padre Lavrentio, de Chios. Éste, pobre tipo, creía que en él había<br />

un demonio y hasta le había dado nombre: lo llamaba Hodja. “¡Hodja quiere comer carne en<br />

Viernes Santo!”, clamaba <strong>el</strong> pobre Lavrentio dando de cabeza en <strong>el</strong> umbral de la capilla. “¡Hodja<br />

quiere fornicar! ¡Hodja quiere dar muerte al higúmeno! ¡Es Hodja y no yo!” Y dale que dale con la<br />

frente contra la losa.<br />

»A mí me pasa lo mismo, patrón, tengo en mí un demonio y lo llamo <strong>Zorba</strong>. El <strong>Zorba</strong> que está<br />

oculto dentro no quiere envejecer, no quiere, no, y no ha envejecido, ni envejecerá nunca. Es un<br />

ogro, de cab<strong>el</strong>los negros como ala de cuervo, de treinta y dos (número 32) dientes y con un clav<strong>el</strong><br />

rojo en la oreja. Pero <strong>el</strong> <strong>Zorba</strong> de afuera ha claudicado, pobre inf<strong>el</strong>iz; le han salido cab<strong>el</strong>los<br />

blancos, se ha arrugado, se ha encogido, se le caen los dientes y se le ha poblado la amplia oreja<br />

de blanco p<strong>el</strong>o de vejez, de largas crines asnales.<br />

»¿Qué cabe hacer, patrón? ¿Hasta cuándo combatirán entre sí ambos <strong>Zorba</strong>s? ¿Cuál de los dos<br />

vencerá al fin y al cabo? Si reventara yo pronto, bien está, no me importaría. Pero si viviera<br />

mucho, estoy frito. Estoy frito, patrón, pues día llegará en que me sienta envilecido. Perderé la<br />

libertad. Mi nuera y mi hija me mandarán que cuide de un mocoso, monstruo tremendo, vástago<br />

suyo, y que v<strong>el</strong>e por que no se queme, no se caiga, no se ensucie. ¡Y si se ensuciare, me meterán a<br />

mí ¡puah! a limpiarlo!<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 118

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!