13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

¡No cantes, oh, perdiz; mi propia pena basta,<br />

amán, amán!<br />

Calló <strong>Zorba</strong>; con rápido ademán se pasó un dedo por la frente para enjugarse <strong>el</strong> sudor. Luego se<br />

inclinó y clavó la mirada en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o.<br />

–¿Qué canto turco es ése, <strong>Zorba</strong>? –le pregunté al cabo de largo rato.<br />

–Es <strong>el</strong> canto d<strong>el</strong> cam<strong>el</strong>lero. Lo entona <strong>el</strong> cam<strong>el</strong>lero al cruzar <strong>el</strong> desierto. Años hacía que lo tenía<br />

olvidado y esta noche...<br />

Alzó la cabeza; la voz le salía áspera: tenía la garganta seca.<br />

–Patrón, es hora de que te acuestes. Mañana has de le¬vantarte con <strong>el</strong> alba, si te propones<br />

embarcarte en Candía. ¡Buenas noches!<br />

–No tengo sueño –le respondí–. Me quedaré contigo. Es la última v<strong>el</strong>ada que pasamos juntos.<br />

–Precisamente por eso es preciso darle pronto término –exclamó y puso boca abajo <strong>el</strong> vaso vacío,<br />

lo que indicaba que no quería beber más. Así, decidido, como los valientes apartan de sí <strong>el</strong> tabaco,<br />

<strong>el</strong> vino, <strong>el</strong> juego. Con energía y re¬solución de palicario.<br />

–Mi padre, sí, te lo aseguro, era un palicario de los buenos. No me mires a mí; yo no soy nada,<br />

comparado con él, ni a la su<strong>el</strong>a de los zapatos le llego. Él era de aqu<strong>el</strong>los viejos <strong>griego</strong>s que dejaron<br />

memoria de sus hazañas. Si te apretaba la mano, te trituraba los huesos. Yo hablo a veces, muy de<br />

cuando en cuando; mi padre no hablaba: rugía, r<strong>el</strong>inchaba y cantaba: en rara ocasión salía de sus<br />

labios una palabra verdaderamente humana. Pues bien: él sufría <strong>el</strong> embate de todas las pasiones,<br />

pero las tajaba a sablazos. Gus¬tábale echar humo como una chimenea; un día se levanta y se<br />

dirige a labrar su campo; llega, se recuesta en <strong>el</strong> cerco, mete mano a la faja para sacar la<br />

tabaquera y armar un cigarrillo antes de dar comienzo a la labor: saca la tabaquera, pero la halla<br />

vacía; había olvidado llenarla antes de salir de casa. El despecho lo irrita sobremanera; brama;<br />

corre hacia <strong>el</strong> pueblo (como adviertes, la pasión le turbaba <strong>el</strong> seso); pero de repente, mientras<br />

corría, ¡si te digo yo que <strong>el</strong> hom¬bre es un misterio!, se avergüenza de la debilidad que mos¬traba,<br />

se detiene, desgarra en mil pedazos con los dientes la tabaquera, la patea, la escupe: «¡Cochina!<br />

¡Cochina!», bramaba. «¡Basura!» Y desde ese instante hasta <strong>el</strong> fin de sus días no volvió a llevar<br />

jamás un cigarrillo a la boca. ¡Así proceden los hombres que son hombres, patrón; buenas noches!<br />

Se levantó, cruzó la playa a largas zancadas, sin volver una vez la cabeza. Llegó así al borde d<strong>el</strong> mar<br />

y se tendió en la arena.<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 245

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!