13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Ágora, y puesto a su lado, con condescendencia muy democrática, <strong>el</strong> palacio d<strong>el</strong> Rey, con sus<br />

columnas dobles, anchas escaleras de piedra y numerosas dependencias.<br />

En <strong>el</strong> corazón de la ciudad, donde las losas aparecían gastadas por <strong>el</strong> paso de los hombres, debía<br />

levantarse <strong>el</strong> santuario; la Gran Diosa reinaba allí, desbordantes los pe¬chos separados, arrolladas<br />

unas serpientes en sus brazos. Por todos lados, minúsculas tiendecillas y talleres: lagares de aceite,<br />

herrerías, carpinterías, tiendas de alfareros. Un hormi¬guero hábilmente construido, bien<br />

abrigado, perfectamente dispuesto y provisto, d<strong>el</strong> que las hormigas hubieran desapa¬recido miles<br />

de años atrás. En uno de los talleres, algún artesano esculpía un ánfora en una piedra veteada<br />

cuando lo sorprendió la muerte: <strong>el</strong> cinc<strong>el</strong> habías<strong>el</strong>e caído de las manos al artista y allí estaba, miles<br />

de años después, junto a la obra inconclusa.<br />

Las eternas preguntas, inútiles, tontas: ¿por qué?, ¿para qué?, vu<strong>el</strong>ven una vez más a envenenar <strong>el</strong><br />

corazón. Esa ánfora inacabada, contra la cual se había quebrado <strong>el</strong> vu<strong>el</strong>o jubiloso y firme de la<br />

inspiración d<strong>el</strong> artista, os embebe <strong>el</strong> alma de amargura.<br />

De repente, un pastorcillo bronceado por <strong>el</strong> sol, de negras rodillas, atado a la cabeza <strong>el</strong> pañu<strong>el</strong>o de<br />

listas coloreadas que le envolvía los rizados cab<strong>el</strong>los, apareció subido a una piedra junto al palacio<br />

real derribado.<br />

–¡Eh, amigo! –me gritó.<br />

Yo prefería estar solo, por lo cual hice como que no lo oía. Pero <strong>el</strong> pastorcillo se rió burlonamente:<br />

–¡Eh, no simules que estás sordo! ¡Eh, amigo! ¿Tienes cigarrillos? Dame uno; en este desierto me<br />

aburro mucho.<br />

Cargó las últimas palabras con tal tristeza que me dio lástima.<br />

Yo no tenía cigarrillos, quise darle dinero. Pero se dis¬gustó.<br />

–¡Al demonio <strong>el</strong> dinero! –exclamó–. ¿Qué hago con él? Lo que me pasa es que me aburro ¡dame<br />

un cigarrillo!<br />

–¡No tengo –le dije apenado–, no tengo!<br />

–¡No tienes! –gritó exasperado, golpeando violentamen¬te <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o con <strong>el</strong> cayado–. ¿Qué llevas,<br />

entonces, en esos bolsillos tan hinchados?<br />

–Un libro, un pañu<strong>el</strong>o, pap<strong>el</strong>, un lápiz, un cortaplumas, –contesté extrayendo uno a uno tales<br />

objetos d<strong>el</strong> bolsillo–. ¿Quieres que te dé <strong>el</strong> cortaplumas?<br />

–Poseo uno. Tengo de todo: pan, queso, aceitunas, un cuchillo, una lezna, cuero para hacer botas,<br />

una cantimplora de agua, de todo, de todo. Lo que me faltan son cigarrillos ¡y es como si careciera<br />

de todo! ¿Y qué andas buscando, tú, en las ruinas?<br />

–Contemplo las antigüedades.<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 136

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!