- Page 1 and 2: Nikos Kazantzakis ZORBA EL GRIEGO E
- Page 3 and 4: -¡Decidme! ¿Qué habrá sido del
- Page 5 and 6: Mi amigo se inclinó. -Oye -dijo en
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- Page 11 and 12: cuesta abajo. Me convertí en padre
- Page 13 and 14: II Mar, dulzura del otoño, islas b
- Page 15 and 16: -¡Nada! -contestó, resentido porq
- Page 17 and 18: Zorba, envuelto en una manta parda,
- Page 19 and 20: Y sin esperar respuesta: -¿Qué po
- Page 21 and 22: avariento saca la bolsa, vuelca sob
- Page 23 and 24: -¡Ahí está el pueblo! -gritaron
- Page 25 and 26: -¡Vamos! Dejen en paz a esta gente
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- Page 29 and 30: Oí una risa detrás de mí. Bajé
- Page 31 and 32: -Cumplí con mi deber -dijo al reti
- Page 33 and 34: -¿Shakespeare? -dijo ella abriendo
- Page 35 and 36: dejarme? Yo me he habituado a esta
- Page 37 and 38: IV Amaneció el día, y al desperta
- Page 39 and 40: De golpe surgió en mi recuerdo, co
- Page 41 and 42: -¡Si uno pudiera librarse! -murmur
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- Page 45 and 46: cielos. Era algo que estaba en mí
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- Page 49 and 50: »-Después de lo cual, sin postrar
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- Page 53 and 54: En la India, al caer de la noche, l
- Page 55 and 56: desliza y se pierde. Se pierde la v
- Page 57 and 58: -¿Y tú, qué hiciste, Zorba? Zorb
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Zorba, cejijunto, mostraba inquieta
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vuelto loco!», exclamaban. «¡Zor
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Al siguiente día, apenas amaneció
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Alzó el vaso. -¡A tu salud! Lo va
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-¿Cuántas veces te has casado, Zo
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del demonio, al extremo de que se t
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digo hablando conmigo mis¬mo. «¿
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la cresta. Entonces ¿qué demonios
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pala¬bras, se levanta de un brinco
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Acabé la carta. Había charlado co
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dije, «aquí dentro me están echa
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-¿Y esto es mi hijo? -dijo para s
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-¿Cómo que no las tengo? Un tipo
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Y apresuré el paso. Zorba meneó l
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ángulo del dibujo, de cuyas bocas
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Se bebió de un trago el fuego líq
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y bruscamente me tocas, o me hablas
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astucia, ese veneno que se asemeja
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-¡Vamos, en marcha! -dije-. ¡Y no
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Se volvió luego hacia mí y me dij
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Me tendí en el lecho y cerré los
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aparecieron los cabellos, brillante
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Nuestra buena amiga había puesto a
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-Explícame, si puedes, este otro m
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grandes ciudades de Oriente, a los
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Mirábalo a Zorba al fulgor de la l
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-El capital se acaba, Zorba. ¡Lo q
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casa de uno de sus tíos; en aquell
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»Me ocupa aquí una tarea intensa
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P. D. - «No olvido el convenio a q
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»Tú también habrás de sufrir ig
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»(¡Perdóname, patrón! Me vi en
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»-Abuelo (sigue llamándome abuelo
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-¿Sabes cómo fabricó Dios al hom
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-¡Sí! -le respondí riendo. Y me
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Advirtió de pronto la vieja sirena
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El rumor de la gente alcanzaba poco
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Entré pensativo en el sendero de r
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veinte años, iba y venía por el h
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-¿ Y qué ganas con eso? -¡Nada!
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-Yo carezco de mayor instrucción,
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veces a las solemnes celebraciones
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XVI En cuanto entró dentro de mi c
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-¿Resolviste el problema que te at
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¡Cuando decidas algo, sin miedo, v
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Un libro inquietante acerca de las
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-¿No hablas, patrón? ¡Si lo sabe
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Al amanecer del día siguiente, las
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»-¡Entonces levantó el báculo,
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-Quizás supones que por inclinaci
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Reapareció el padre Dometios con l
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Dos monjes asomaron el hocico, se d
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Volvió Zorba. -Ya llegó el higúm
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cuando llegaban del patio, como rá
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Y sin esperar mi asentimiento, cont
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a sus anchas.» «Conchas vacías»
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Al través de los pinos entreveía
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-¿Qué te pasa, señora Hortensia?
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Impertérrito, él encendió otro c
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Bubulina le imploraba con la mirada
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Dios mío, cuándo me será dado ac
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Se echó a reír; no podía dormirs
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Las tocaba un rato, al pasar, como
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»-Entré, me estrechó la mano y m
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Seculares recuerdos de celebracione
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Habíamos, pues, cortado ramas de a
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-¡Resucitó Jesús, muchacho! ¡Ah
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-¿El dueño? -repitió con voz sor
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Una niñita descalza llegó corrien
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XII Bajo los álamos, la danza pasc
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-¡Matadla, muchachos, matadla! Dos
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Y se encaminó hacia la salida del
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con los leñadores a quienes tenía
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Zorba no se movió. -¿Tienes miedo
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Al despuntar del nuevo día, Zorba,
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El amplio lecho que tantos servicio
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Zorba no tuvo fuerzas para imponerl
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gri¬tito agudo, estridente, de ave
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Escupió y se sentó. Afuera, en el
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-Aguantaré -respondió con voz aho
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-¿No me dices nada? -preguntó con
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Un día me levanté y me lavé. Dij
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sentía muy sereno; todo lo tenía
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-No darán, te lo aseguro, patrón.
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-¿Ha muerto? -Lo vi acostado en un
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-Como si estuviera presente su due
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-Santo higúmeno, todo está pronto
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Una astilla se le clavó a Dometios
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-¡A tu salud, patrón! Dicen que l
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Recuerdo a este respecto lo que me
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«¿Tan patriota eras, sin saberlo?
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Bajé corriendo por la montaña; tr
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-¡Por ti, patrón! Brindamos. Comp
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¡No cantes, oh, perdiz; mi propia
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entiendes, patrón: buena vida, gal
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Pero de cuando en cuando recobraba
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Sonrió con amargura; pero no dijo
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»Ruégaos, por lo tanto, la viuda,