Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
–¿Sabes cómo fabricó Dios al hombre? ¿Te has enterado de cuáles fueron las primeras palabras<br />
que <strong>el</strong> animal d<strong>el</strong> hombre le dirigió a Dios?<br />
–No. ¿Cómo habría de saberlo, si no me hallaba presente? ¬<br />
–¡Yo sí estaba! –exclamó <strong>Zorba</strong>. Le refulgían los ojos.<br />
–Cuenta, entonces.<br />
Dominado a medias por <strong>el</strong> éxtasis, a medias con intención zumbona, se dio a forjar <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato<br />
fabuloso de la creación d<strong>el</strong> hombre:<br />
–¡Pues bien, escucha patrón! Resultó que una mañana Dios amaneció bastante aburrido. «¿Qué<br />
diablo de Dios soy yo que no tengo siquiera unos hombres que me inciensen y que invoquen en<br />
vano mi santo nombre para entretenerme? Ya estoy cansado de vivir solitario como una vieja<br />
lechuza.» ¡Ps!, escupe en las manos, se arremanga, calza las gafas, coge un terrón de tierra, la<br />
ensaliva, la convierte en barro, la amasa como corresponde, mod<strong>el</strong>a un hombrecillo y lo pone a<br />
secar al sol. Al cabo de siete días, lo saca. Estaba cocido. Dios lo mira y estalla en carcajadas.<br />
»–«¡Llévame <strong>el</strong> diablo si esto no es un cerdo parado en las patas traseras! No me salió lo que<br />
quería hacer. No hay duda, me he equivocado.»<br />
»–Lo coge por la pi<strong>el</strong> d<strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo y le alarga un puntapié.<br />
»–«¡Ea, a volar de aquí, márchate! Ahora no te queda sino multiplicarte en numerosos cerditos<br />
como tú, la tierra es tuya. ¡Vete, uno, dos march!»<br />
»–La cuestión es, mi buen amigo, que no se trataba ni mucho menos de un cerdo común. Éste<br />
llevaba sombrero blanco, chaqueta negligentemente echada a la espalda, pan-talón con raya y<br />
babuchas de borla roja. Además, en la cin¬tura (sin duda <strong>el</strong> diablo se lo había dado) un puñal bien<br />
afilado que lucía en la hoja esta inscripción: ¡Te abriré los hígados!<br />
»–Era <strong>el</strong> hombre. Dios le tiende la mano para que se la bese; pero <strong>el</strong> hombre se atusa <strong>el</strong> mostacho<br />
y le dice:<br />
»–«¡Vamos, apártate, viejo, que pueda pasar!»<br />
<strong>Zorba</strong> se interrumpió, al ver que me desternillaba de risa.<br />
Frunció <strong>el</strong> gesto.<br />
–No te rías. Así exactamente ocurrieron las cosas.<br />
–Pues, ¿cómo lo sabes?<br />
E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 125