Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
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–Que al principio, ¿sabes?, andaba por <strong>el</strong> mundo decen¬temente, tal como conviene, como debe<br />
andar un cuervo ¡vaya! Mas un día se le antojó sacar pecho y menearse como la perdiz. Y desde<br />
entonces <strong>el</strong> pobre tiene olvidada su ma¬nera natural de andar, no sabe lo que se hace, ¿ves? Y<br />
ca¬mina renqueando.<br />
Alcé la cabeza. Oía los pasos de <strong>Zorba</strong> que acababa de salir de la mina. Poco después, vi que se<br />
acercaba, hosco <strong>el</strong> semblante, cejijunto, sacudiendo los largos brazos.<br />
–...noche patrón –dijo entre dientes.<br />
–Salud, viejo. ¿Cómo marchó la tarea hoy?<br />
No respondió.<br />
–Prepararé la lumbre –dijo al rato–, y haré la comida.<br />
Tomó una brazada de leña de un rincón, salió, colocó hábil¬mente las ramas cruzadas entre dos<br />
piedras y las hizo arder. Puso la olla en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, le echó agua, cebollas, tomates, arroz y comenzó a<br />
guisar. Yo, en tanto, ponía un mant<strong>el</strong> en la mesa redonda y baja, cortaba rebanadas gruesas de<br />
pan de trigo y llenaba de vino, con la damajuana, la calabaza vinatera, deco¬rada con dibujos, que<br />
<strong>el</strong> tío Anagnosti nos regalara en los primeros días de nuestra llegada.<br />
<strong>Zorba</strong> se había arrodillado frente a la olla, miraba <strong>el</strong> fuego con ojos dilatados y callaba.<br />
–¿Tienes hijos, <strong>Zorba</strong>? –le pregunté de pronto.<br />
Se volvió.<br />
–¿Por qué me lo preguntas? Tengo una hija.<br />
–¿Casada?<br />
<strong>Zorba</strong> se rió.<br />
–¿Por qué ríes, <strong>Zorba</strong>?<br />
–¿Acaso es necesario preguntarlo? Por supuesto, está ca¬sada. No es una chica idiota. Estaba yo<br />
trabajando en una mina de cobre, en Pravitsa, en la Calcídica. Un día me llega una carta de mi<br />
hermano Yanni. Es cierto que olvidé decirte que tengo un hermano, hombre casero, sensato,<br />
beatón, usu¬rero, hipócrita, un hombre de bien, pilar de la sociedad. Ven¬de comestibles en<br />
Salónica. «Alexis, hermano», me decía en la carta, «tu hija Froso tomó mal camino, ha deshonrado<br />
nuestro nombre. Tiene un amante y le ha nacido un hijo de él, nuestra reputación ha quedado por<br />
los su<strong>el</strong>os. Pienso llegar a la aldea y degollarla.»<br />
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