13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

cuando llegaban d<strong>el</strong> patio, como ráfagas de viento, las fúnebres m<strong>el</strong>odías. Cantó un ruiseñor junto<br />

a la ventana, luego, algo más lejos, otro y otro más. La noche desbordaba amor.<br />

No podía dormir. El canto d<strong>el</strong> ruiseñor se fundió en un solo rumor con las lamentaciones de la Vía<br />

Crucis y a mí me pareció que estaba escalando, entre naranjos florecidos, <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong> Gólgota,<br />

guiado por las hu<strong>el</strong>las que dejaban en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o grandes gotas de sangre. Al fulgor de la noche<br />

pri¬maveral y azul, veía perlas de sudor en todo <strong>el</strong> cuerpo pálido y desfalleciente de Cristo; veía<br />

cómo se tendían temblorosas las manos d<strong>el</strong> Mártir, como en convulsiva súplica, como para<br />

mendigar. Las pobres gentes de Galilea se apresuraban detrás de Él, gritando: ¡Hosanna!<br />

¡Hosanna! Y Él miraba a los que eran tan caros a su corazón: ninguno de <strong>el</strong>los adivinaba la<br />

magnitud de su desamparo. Él sabía que marchaba a la muer¬te. Bajo las estr<strong>el</strong>las, llorando<br />

silenciosamente, trataba de consolar a su pobre corazón humano, atenaceado por <strong>el</strong> espanto:<br />

«Como un grano de trigo, corazón mío, debes soterrarte y morir. No temas. ¿Cómo podrías, si así<br />

no fuera, conver¬tirte en espiga? ¿Cómo, de no ser así, podrías convertirte en pan para los<br />

hombres que de hambre mueren?»<br />

Pero, en su pecho, <strong>el</strong> corazón de hombre temblaba, se estremecía, no quería morir...<br />

Poco después, <strong>el</strong> bosque entero, en <strong>el</strong> contorno d<strong>el</strong> mo¬nasterio, se llenó de cantos de ruiseñor.<br />

Subían d<strong>el</strong> húmedo follaje, hechos amor y pasión. Y con <strong>el</strong>los, temblaba, lloraba, se henchía <strong>el</strong><br />

pobre corazón humano.<br />

Y poco a poco, sin advertirlo, entre lamentos de la Pasión de Cristo y cantos de ruiseñores, fui<br />

entrando en <strong>el</strong> sueño como ha de entrar <strong>el</strong> alma en <strong>el</strong> Paraíso.<br />

Apenas habría dormido una hora, cuando desperté sobre¬saltado, con susto:<br />

–<strong>Zorba</strong> –exclamé–, ¿has oído? ¡Sonó un tiro!<br />

<strong>Zorba</strong> ya se hallaba sentado en la cama, fumando.<br />

–No te aturrulles, patrón –dijo esforzándose por domi¬nar la irritación que lo embargaba–. Déjalos<br />

que arreglen entre <strong>el</strong>los sus asuntos, ¡cochinos!<br />

Se oyeron exclamaciones en <strong>el</strong> corredor, <strong>el</strong> arrastrar de pantuflas, ruido de puertas que se abrían y<br />

cerraban, la¬mentos de alguien al parecer, herido. Salté d<strong>el</strong> lecho, abrí la puerta y en <strong>el</strong> mismo<br />

instante un viejecillo seco apareció ante mí. Tendió los brazos como para atajarme <strong>el</strong> paso. Llevaba<br />

gorro de noche blanco, puntiagudo, y camisa también blanca, que le llegaba a las rodillas.<br />

–¿Quién eres?<br />

–El Obispo... –respondió con temblorosa voz.<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 165

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!