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Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

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–No es nada –dijo–. Siempre sucede semejante cosa al lanzar <strong>el</strong> primer tronco. Ahora se asentará<br />

la máquina. ¡Mirad!<br />

Izó de nuevo la bandera, la bajó como señal para los de arriba, y se apartó d<strong>el</strong> lugar a toda prisa.<br />

–¡Y d<strong>el</strong> Hijo! –exclamó con voz algo temblorosa <strong>el</strong> higúmeno.<br />

Salió <strong>el</strong> segundo tronco. Los pilares se sacudían. El leño tomó impulso y brincando como un d<strong>el</strong>fín<br />

se lanzó hacia nosotros. Pero no llegó muy lejos, pues quedó pulverizado a media altura d<strong>el</strong><br />

monte.<br />

–¡El diablo se lo lleve! –musitó <strong>Zorba</strong> mordisqueándose <strong>el</strong> bigote–. ¡Condenada inclinación!<br />

¡Todavía no está en su punto!<br />

De un salto llegó al pilar y con rabioso ademán dio la señal para la tercera salida. Los monjes<br />

atrincherados detrás de las mulas se persignaron. Los notables esperaban con un pie en alto, listos<br />

para emprender la fuga.<br />

–¡Y d<strong>el</strong> Espíritu Santo! –murmuró <strong>el</strong> higúmeno, mien¬tras se levantaba <strong>el</strong> hábito hasta las rodillas.<br />

El tercero era un tronco enorme. Apenas lo largaron, oyóse un estruendo aterrador.<br />

–¡Echaos de bruces, desdichados! –gritó <strong>Zorba</strong> mien¬tras huía.<br />

Los monjes cayeron de panza al su<strong>el</strong>o; los aldeanos se apartaron precipitadamente.<br />

Dio un salto <strong>el</strong> tronco; volvió a caer sobre <strong>el</strong> cable; ro¬deólo un haz de chispas, y antes de que<br />

alcanzáramos a ver lo que ocurría, había dejado atrás montaña y ribera para hundirse a lo lejos en<br />

<strong>el</strong> mar, entre inmenso surtidor de espuma.<br />

Los pilares vibraban de modo inquietante. Varios se incli¬naban ya. Las mulas rompieron las<br />

cuerdas que las sujetaban y huyeron.<br />

–¡No es nada! ¡No es nada! –gritaba enajenado Zor¬ba–. ¡Ahora está asentado <strong>el</strong> aparato!<br />

¡Ad<strong>el</strong>ante!<br />

Otra vez alzó la bandera. Se le veía presa de la desespera¬ción y con tremendo afán porque todo<br />

aqu<strong>el</strong>lo terminara.<br />

–¡Y de la Virgen de la Venganza! –farfulló <strong>el</strong> higúmeno echando a correr.<br />

Desprendióse <strong>el</strong> cuarto tronco. Un ¡crac! terrorífico re¬tumbó en <strong>el</strong> espacio; luego otro ¡crac! y<br />

todos los pilares, uno tras otro se derrumbaron como una construcción hecha con naipes.<br />

–¡Kyrie <strong>el</strong>eison! ¡Kyrie <strong>el</strong>eison! –chillaron obreros, al¬deanos y monjes, huyendo<br />

tumultuosamente.<br />

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