13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

–¿No me dices nada? –preguntó con ansiedad <strong>Zorba</strong>.<br />

Traté de que mi compañero comprendiera qué es ese Sen¬tir que agiganta al hombre:<br />

–Nosotros somos unos gusanillos, <strong>Zorba</strong>, unos gusanillos muy, muy pequeñitos, que nos<br />

arrastramos por una hojita de un árbol enorme. La hojita es la Tierra que habitamos. Otras hojas<br />

son las estr<strong>el</strong>las que tú ves girar durante la noche. Ca¬minamos a lo largo de nuestra hojita y la<br />

examinamos ansio¬samente. La olemos y nos hu<strong>el</strong>e bien o mal. La probamos y nos resulta<br />

comestible. Damos golpes en <strong>el</strong>la, y suena y cla¬ma como un ser viviente.<br />

»–Algunos hombres, los más intrépidos, se acercan a los bordes de la hoja. Desde allí, se asoman,<br />

abren los ojos, tien¬den <strong>el</strong> oído hacia <strong>el</strong> caos. Los que allí llegamos sentimos hon-do<br />

estremecimiento. Intuimos <strong>el</strong> medroso precipicio abierto ante nosotros, oímos de tarde en tarde<br />

<strong>el</strong> roce de las otras hojas d<strong>el</strong> árbol gigantesco, advertimos que la savia sube des¬de las raíces<br />

profundas y que nuestro corazón se ensancha al compás de ese impulso. Asomados de tal modo al<br />

abismo, to¬do nuestro cuerpo, <strong>el</strong> alma toda, se nos estremecen de terror. Pues bien, a partir de<br />

entonces empieza...<br />

Me interrumpí. Quería decir: a partir de entonces comien¬za la poesía; pero <strong>Zorba</strong> no lo hubiera<br />

entendido. Callé.<br />

–¿Qué empieza? –preguntó <strong>Zorba</strong> con ansioso tono–. ¿Por qué te detienes?<br />

–...Empieza <strong>el</strong> gran p<strong>el</strong>igro, <strong>Zorba</strong>. Los unos sienten vértigos y d<strong>el</strong>iran; los otros sienten miedo, se<br />

esfuerzan por hallar alguna explicación que les devu<strong>el</strong>va <strong>el</strong> ánimo, y dicen: «Dios». Otros, en fin,<br />

desde <strong>el</strong> borde de la hoja contemplan <strong>el</strong> precipicio tranquilos, valientemente, y se dicen: «Me<br />

gusta».<br />

<strong>Zorba</strong> meditó largo rato. Se afanaba por comprender.<br />

–Yo –dijo al cabo–, tengo presente a cada instante a la muerte. La miro de frente y no me asusta.<br />

Sin embargo, ja¬más he dicho: Me gusta. ¡No, no me gusta absolutamente nada! No estoy de<br />

acuerdo.<br />

Hubo una pausa, pero pronto exclamó de nuevo:<br />

–¡No, no soy yo de los que le brindan <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo a Caron¬te, diciéndole: ¡Degüéllame como a un<br />

cordero, señor Ca¬ronte, para que pueda irme cuanto antes al Paraíso!<br />

Lo escuchaba perplejo: ¿quién era <strong>el</strong> sabio que se esfor¬zaba por enseñar a sus discípulos a<br />

cumplir voluntariamente lo que la ley impone? ¿Que les enseñaba a decir «Sí» a la necesidad, a<br />

transformar lo inevitable en expresión de libre voluntad? Ahí está, sin duda, la única senda hacia la<br />

libera¬ción. Triste senda; pero no hay otra. En caso contrario ¿la reb<strong>el</strong>ión? ¿El arrogante impulso<br />

quijotesco que lleva al hom¬bre a luchar contra la Necesidad, para someter la ley exte¬rior al<br />

dominio de la ley interior de su alma, para negar todo lo que es, y crear de acuerdo con las leyes<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 219

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!