Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Ahora bien; todo esto que otrora me tenía fascinado, se me presentó en aqu<strong>el</strong>la mañana como<br />
puras acrobacias charlatanescas. Siempre es así: al declinar de las civilizaciones, acaba también en<br />
juegos de prestidigitadores, muy hábiles –poesía pura, música pura, pensamiento puro–, la<br />
angustia d<strong>el</strong> hombre. El último de los hombres vivientes en la tierra, liberado de toda creencia y de<br />
toda ilusión, que ya no espera nada ni teme nada, ve cómo la arcilla de que está hecho se reduce a<br />
espíritu, y cómo <strong>el</strong> espíritu no encuentra nada en que echar raíces para sorber y alimentarse. El<br />
último de los hombres vivientes de la tierra se ha vaciado: ya no hay en él simiente, ni<br />
excrementos, ni sangre. Todas las cosas se han convertido en palabras, todas las palabras en<br />
trasposi¬ciones musicales juglarescas. El último de los hombres llega más lejos aún: se sienta en<br />
una punta de su soledad y des-compone la música en mudas ecuaciones matemáticas.<br />
Me sobresalté. ¡Buda es <strong>el</strong> último de los hombres! pensé. En eso está su sentido secreto y terrible.<br />
Buda es <strong>el</strong> alma «pura» que se ha vaciado; en él no hay nada, él es la Nada. ¡Vaciad vuestras<br />
entrañas, vaciad vuestro corazón, vaciad vuestro espíritu! exclama. Donde se posa su pie no surge<br />
ya agua, no crece una hierba, no nace un niño.<br />
¡Es preciso, pensé, movilizar a las palabras hechiceras, ap<strong>el</strong>ar a la cadencia mágica, para sitiarlo,<br />
echarle un sortilegio y hacer que salga fuera de mis entrañas! ¡Es preciso que arroje la red de las<br />
imágenes, de las metáforas, para asirlo y librarme de él!<br />
Escribir mi «Buda» dejaba de ser, en fin, un juego lite¬rario. Era una lucha a muerte entablada<br />
contra una gran fuerza de destrucción emboscada en mí, un du<strong>el</strong>o con <strong>el</strong> gran No que me<br />
carcomía <strong>el</strong> corazón, y de los resultados de tal du<strong>el</strong>o dependía la salvación de mi alma.<br />
Contento, decidido, tomé <strong>el</strong> manuscrito. ¡Había hallado <strong>el</strong> blanco; ahora sabía hacia dónde tirar!<br />
Buda es <strong>el</strong> último de los hombres. Nosotros sólo estamos al comienzo, no he-mos comido, ni<br />
bebido, ni amado bastante, no hemos vivido todavía. Nos ha llegado demasiado pronto ese<br />
d<strong>el</strong>icado anciano sin aliento. ¡Que se marche cuanto antes!<br />
Me puse a la tarea alegremente. No diré ya que escribía. Aqu<strong>el</strong>lo no era escribir: era entrar en<br />
guerra, en cacería despiadada, era sentar un sitio y operar un hechizo para que saliera <strong>el</strong> monstruo<br />
de su cueva. ¡Qué mágico poder, en verdad, es <strong>el</strong> d<strong>el</strong> arte! Cuando oscuras potencias homicidas se<br />
agazapan en nuestras entrañas, como funestas incitaciones a matar, a destruir, a odiar, a<br />
deshonrar, llega <strong>el</strong> arte y con su suave caramillo las espanta y nos libera.<br />
Escribí, perseguí y luché todo <strong>el</strong> día. Al llegar la noche, me sentía agotado. Pero me reconfortaba la<br />
convicción de que había progresado, que había conquistado algunos puestos avanzados d<strong>el</strong><br />
enemigo. Me corría prisa, ahora, por que vi¬niera <strong>Zorba</strong> para comer, dormir, recobrar fuerzas y<br />
reanudar <strong>el</strong> combate en cuanto amaneciera.<br />
Era ya noche cuando regresó <strong>Zorba</strong>. Traía iluminado <strong>el</strong> semblante. «¡Él ha encontrado, también, ha<br />
encontrado!», me dije y esperé.<br />
Unos días antes, porque empezaba a cansarme la empresa, le había dicho con enojo:<br />
E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 110