13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Se oyó un tercer crujido, más intenso, como <strong>el</strong> de un árbol que desgarra la tempestad. Repentino<br />

bramido corrió formidable cual <strong>el</strong> rodar d<strong>el</strong> trueno, sacudió la montaña, y al instante la galería se<br />

derrumbó.<br />

–¡Dios bendito! –murmuraron los obreros persignándose.<br />

–¿Dejaron los picos abajo? –preguntó <strong>Zorba</strong> encolerizado.<br />

Los obreros callaban.<br />

–¿Por qué no los recogieron? –gritó de nuevo, furioso–. ¿Se cagaron en los pantalones, eh,<br />

valientes? ¡Lástima de herramientas!<br />

–No es ésta la oportunidad de afligirnos por unos picos más o menos, <strong>Zorba</strong> –dije<br />

interponiéndome–. ¡Alegrémo¬nos de que todos los hombres estén sanos y salvos! ¡Gracias a ti,<br />

<strong>Zorba</strong>! ¡Todos nosotros te debemos la vida!<br />

–Tengo hambre –dijo <strong>Zorba</strong>–. Esto me ha abierto <strong>el</strong> apetito.<br />

D<strong>el</strong> saco que contenía <strong>el</strong> refrigerio, tomó pan, aceitunas, cebollas, una patata hervida, y una<br />

cantimplora pequeña con vino.<br />

–¡Ea, no viene mal un bocado, muchachos! –dijo con la boca llena.<br />

Comía ávidamente, de prisa, como si hubiera perdido de pronto las fuerzas y quisiera recuperarlas<br />

sin tardanza.<br />

Comía inclinado, silencioso; luego, alzando la cantimplora, echó la cabeza hacia atrás y dejó que<br />

cayera burbujeante <strong>el</strong> vino en la garganta seca.<br />

Los obreros también recobraron ánimos, abrieron los sacos respectivos, y se pusieron a comer.<br />

Todos se hallaban sen¬tados, con las piernas cruzadas, en torno de <strong>Zorba</strong> y lo miraban mientras<br />

comían. Hubieran deseado echarse a sus plantas, besarle las manos; pero conocían su genio<br />

brusco y huraño y nadie se animó a iniciar la demostración de gratitud.<br />

Al fin, Mich<strong>el</strong>is, <strong>el</strong> de mayor edad, hombre de grandes bigotes grises, se decidió y dijo:<br />

–Si no hubieras estado tú, maese Alexis, a estas horas nuestros hijos eran huérfanos.<br />

–¡Cierra <strong>el</strong> pico! –dijo <strong>Zorba</strong> con la boca llena; y nadie se animó a chistar.<br />

X<br />

«¿Quién ha creado ese dédalo de incertidumbre, ese templo de presunción, ese cántaro de<br />

pecados, ese campo sembrado de arterías, esa puerta d<strong>el</strong> Infierno, ese cesto desbordante de<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 92

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!