13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

–¿Cómo? –protesté–. ¡Yo entiendo lo que me dicen, <strong>Zorba</strong>!<br />

–Sí, comprendes con la cabeza que tienes. Dices: «Eso es cierto; eso no es cierto; eso es así; eso no<br />

es así; tienes razón; estás en un error.» ¿Pero a qué conclusión llegamos? Mientras tú opinas, yo<br />

observo tus brazos, tu pecho. ¿Y qué veo en <strong>el</strong>los? Que se quedan mudos. Que no dicen nada.<br />

Como si no los animara una gota de sangre. Entonces ¿qué es lo que comprendiste? ¿Lo que<br />

supone tu cabeza? ¡Pff!<br />

–¡Anda, <strong>Zorba</strong>! ¡Contesta y no trates de escurrir <strong>el</strong> bulto! –le dije con intención de excitarlo–. ¡Creo<br />

que no te afanas mucho por la patria, gandul!<br />

Se enojó y dio un puñetazo en la pared que hizo sonar las viejas latas con que estaba construida.<br />

–Aquí donde me ves –vociferó–, yo mismo bordé con mis propios cab<strong>el</strong>los la iglesia de Santa Sofía<br />

en un trozo de t<strong>el</strong>a y la llevaba conmigo, al cu<strong>el</strong>lo, como un amuleto. Así como te lo digo, viejo,<br />

con estas manazas la he bordado y usando estas crines, que entonces eran negras como<br />

azaba¬che. Yo, en persona, tomé parte en las correrías que en las montañas de Macedonia<br />

acaudillaba Pablo M<strong>el</strong>as. Era yo mozo atrevido, un coloso más alto que esta cabaña, que lucía<br />

fustan<strong>el</strong>a, fez rojo, dijes de plata, amuletos, yatagán, cartucheras, pistolas. Iba forrado en hierro,<br />

en plata, en clavos. ¡Y cuando caminaba, resonaba como un ejército en marcha! ¡Ven y mira aquí,<br />

y aquí, y aquí!<br />

Abrióse la camisa y bajó los pantalones.<br />

–¡Acerca la luz! –ordenó.<br />

Aproximé la lámpara al cuerpo flaco y curtido: hondas cicatrices, recuerdos de sablazos, de balas,<br />

teníanle hecha la pi<strong>el</strong> un colador.<br />

–¡Y ahora mira atrás!<br />

Se volvió y me mostró la espalda.<br />

–¡Ni un rasguño! ¿Entiendes lo que eso significa? Llé¬vate la lámpara.<br />

»–¡Tonterías! –exclamó un instante después, con tono furioso–. ¡Una vergüenza! ¿Cuándo <strong>el</strong><br />

hombre será hombre de veras? Por más que se echen encima pantalones, cu<strong>el</strong>los postizos,<br />

sombreros, los hombres no dejan de ser mulos, lobos, zorros, cerdos. Dicen que hemos sido<br />

hechos a seme¬janza de Dios: ¿quiénes? ¿Nosotros? ¡Puah!...<br />

Era evidente que le acudían a la memoria recuerdos es¬pantosos que lo exasperaban; por entre<br />

los dientes move¬dizos y huecos salían palabras inint<strong>el</strong>igibles. Se levantó, empuñó la jarra de agua,<br />

bebió de <strong>el</strong>la a grandes sorbos; después de lo cual pareció algo más calmado.<br />

–Dondequiera que me toques, grito. Soy una llaga viva. ¿Hablábamos de mujeres? Pues, en cuanto<br />

comprendí que había llegado a la edad de hombre cabal, ni siquiera volvía la cabeza para mirarlas.<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 182

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!