13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

–Yo carezco de mayor instrucción, pero una vez oí en la iglesia algo que dijo Cristo. Se me ha<br />

quedado grabado en la cabeza y no lo olvido: «Vende», dijo <strong>el</strong> Salvador, «vende cuanto poseas<br />

para adquirir la Gran Perla.» ¿Y qué es esa Gran Perla? La salvación d<strong>el</strong> alma, hijo. En cuanto a ti,<br />

mi amo, bien encaminado estás hacia la adquisición de la Gran Perla.<br />

¡La Gran Perla! ¡Cuántas veces habrá brillado en lo ínti¬mo de mi ser, en medio de las tinieblas,<br />

semejante a una gruesa lágrima!<br />

Seguimos andando, los dos hombres d<strong>el</strong>ante, las mujeres detrás, con las manos cruzadas. De<br />

cuando en cuando emitía¬mos alguna observación: ¿se sostendrían a los embates d<strong>el</strong> viento las<br />

flores de los olivos? ¿Acabaría por llover a tiempo para que germinara <strong>el</strong> trigo? Aparentemente,<br />

ambos sentía¬mos apetito, pues la conversación cayó sobre los alimentos y no nos apartamos ya<br />

d<strong>el</strong> tema.<br />

–¿Y qué plato prefieres, abu<strong>el</strong>o?<br />

–Todos, todos, hijo mío. Gran pecado es decir: esto es bueno, esto, no.<br />

–¿Por qué? ¿Acaso no podemos escoger entre unas cosas y otras?<br />

–Por cierto que no, no podemos.<br />

–¿Por qué?<br />

–Porque hay gente que en ese mismo momento padece hambre.<br />

Callé, avergonzado. Nunca mi corazón había alcanzado tal altura de nobleza y de compasión.<br />

La campanita d<strong>el</strong> convento sonó alegre, juguetona, como risa de mujer.<br />

El viejo se persignó.<br />

–¡Que la Santísima Degollada nos socorra! –murmu¬ró–. Una cuchillada le seccionó <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo y le<br />

mana sangre. En tiempos de los corsarios...<br />

Y <strong>el</strong> viejo fue tejiendo la historia de los padecimientos de la Virgen, como si se tratara de los de<br />

una mujer de carne y hueso, de una joven refugiada, víctima de las persecuciones de los infi<strong>el</strong>es,<br />

quienes la habrían apuñalado y <strong>el</strong>la, llorando, hubiera llegado aquí desde Oriente, con su hijo.<br />

–Una vez cada año la llaga mana verdadera sangre –pro¬siguió <strong>el</strong> viejo–. Recuerdo que en cierta<br />

ocasión, <strong>el</strong> día de la Virgen, en tiempos en que yo no tenía bigotes todavía, vi-nimos de todos los<br />

pueblos a postrarnos ante la Santísima. Era <strong>el</strong> quince de agosto. Nosotros, los hombres, nos<br />

había¬mos acostado en <strong>el</strong> patio d<strong>el</strong> monasterio para pasar la noche; las mujeres en habitaciones<br />

interiores. Pues ocurrió que durante <strong>el</strong> sueño oí un grito de la Virgen. Me levanté al instante y corrí<br />

hasta <strong>el</strong> icono; pús<strong>el</strong>e la mano en <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo y, ¿qué veo? Los dedos estaban empapados en sangre...<br />

El viejo se persignó, luego dirigiéndose a las que venían detrás de nosotros:<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 139

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!