13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

–¿No te has enmendado, patrón?<br />

–Sí, <strong>Zorba</strong>, gracias a ti; pero quiero hacer con los libros lo que tú con las cerezas; darme tal atracón<br />

que me provoque vómitos y me quite las ganas.<br />

–¿Y qué será de mí cuando te vayas, patrón?<br />

–No te aflijas, <strong>Zorba</strong>, volveremos a encontrarnos, y ¡quién sabe!, tan fuerte es la voluntad d<strong>el</strong><br />

hombre que, sin duda, un día realizaremos nuestro grandioso proyecto: edificaremos un<br />

monasterio propio, sin dios ni diablo, sólo para hombres libres; y en él tú guardarás la puerta,<br />

<strong>Zorba</strong>; de tu cintura penderán las grandes llaves que lo abran y lo cierren, como las de san Pedro...<br />

Sentado en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, <strong>Zorba</strong>, apoyada la espalda a la barra¬ca, llenaba vaso tras vaso y bebía sin<br />

decir palabra.<br />

Había caído la noche; terminada nuestra cena conversá¬bamos por última vez, echando tragos. Al<br />

día siguiente, muy temprano, habríamos de separarnos.<br />

–Sí, sí... –decía <strong>Zorba</strong>, mientras se tironeaba d<strong>el</strong> bigote y bebía–. Sí, sí...<br />

El ci<strong>el</strong>o colmado de estr<strong>el</strong>las; la noche bañada de azul; <strong>el</strong> corazón, tratando de cicatrizarse, se<br />

contenía.<br />

«Despídete de él para siempre», pensaba yo, «¡nunca ya, nunca jamás volverán tus ojos a verlo!»<br />

A punto estuve de echarme contra <strong>el</strong> curtido pecho y dar rienda su<strong>el</strong>ta a las lágrimas; pero me<br />

avergoncé de tal impul¬so y reí para disimular la emoción que me embargaba. No lo conseguí; se<br />

me había cerrado la garganta.<br />

Miré cómo tendía <strong>Zorba</strong> <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo de ave rapaz mientras bebía callado. Lo miraba y se me<br />

empañaban los ojos. ¿Qué misterio atroz es <strong>el</strong> de la vida? Los hombres se unen y se separan como<br />

las hojas que arrastra <strong>el</strong> viento; en vano quiere la retina guardar una imagen d<strong>el</strong> rostro, d<strong>el</strong><br />

cuerpo, de los gestos d<strong>el</strong> ser querido: a los pocos años no recordaréis ya si eran azules o negros<br />

sus ojos.<br />

«¡De bronce habría de ser, de acero templado, <strong>el</strong> alma humana», exclamaba yo dentro de mí, «y<br />

no de viento!»<br />

<strong>Zorba</strong> bebía, inmóvil, con la cabeza erguida. Pensárase que escuchaba rumor de pasos que se<br />

aproximaban en la noche, o que se alejaban en las profundas intimidades de su ser.<br />

–¿En qué piensas, <strong>Zorba</strong>?<br />

–¿En qué había de pensar, patrón? En nada. En nada. ¡Te digo que no pienso en nada!<br />

Al cabo de un instante, alzando <strong>el</strong> vaso lleno de nuevo:<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 242

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!