Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Y sin esperar respuesta:<br />
–¿Qué podrías decir tú? –dijo, como si me sopesara con la mirada–. A lo que entiendo, tu señoría<br />
nunca sintió hambre, nunca mató a nadie, nunca robó, nunca cometió adulterio, ¿qué puedes<br />
saber, pues, d<strong>el</strong> mundo? Sesos de inocente, carne que no sabe d<strong>el</strong> sol... –murmuró con evidente<br />
desdén.<br />
Y yo sentí vergüenza pensando en mis manos d<strong>el</strong>icadas, en mi rostro pálido y en mi vida sin<br />
salpicaduras de sangre y lodo.<br />
–¡Sea! –dijo <strong>Zorba</strong> pasando la pesada mano sobre la mesa como quien borra con una esponja–.<br />
¡Sea! Sin em¬bargo, una sola cosa querría preguntarte. Tú has hojeado muchos libros, quizás lo<br />
sepas...<br />
–Pregunta, <strong>Zorba</strong>, ¿de qué se trata?<br />
–Ocurre aquí una cosa milagrosa patrón... Un curioso milagro, que me desconcierta. Porque todo<br />
eso, canalladas, rapiñas, matanzas, que cometimos nosotros, los reb<strong>el</strong>des, acabó por traer al<br />
príncipe Jorge a Creta, es decir ¡la libertad!<br />
Me miró abriendo mucho los ojos, con estupor.<br />
–¡Ése es <strong>el</strong> misterio –murmuró–, un hondo misterio! Así pues, para que haya libertad en <strong>el</strong> mundo,<br />
¿es necesario que haya también tantos asesinatos, tantas canalladas? Por¬que si me diera por<br />
ponerte a la vista todo cuanto hemos hecho en materia de atrocidades y crímenes, se te pondrían<br />
de punta los p<strong>el</strong>os. Y, sin embargo, <strong>el</strong> resultado de aqu<strong>el</strong>lo, ¿cuál fue? ¡Pues la libertad! En lugar de<br />
consumirnos con un rayo d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o, Dios nos concede la libertad. ¡Yo no lo entiendo!<br />
Me miró como pidiendo socorro. Comprendíase que aqu<strong>el</strong> problema lo había torturado sin hallarle<br />
explicación.<br />
–¿Tú lo entiendes, patrón? –preguntó con tono angustioso.<br />
¿Comprender qué? ¿Decirle qué? O bien que lo que llamamos Dios no existe, o bien que lo que<br />
llamamos crí¬menes y atrocidades son imprescindibles en <strong>el</strong> combate para la liberación d<strong>el</strong><br />
mundo.<br />
Esforcéme en dar, para <strong>Zorba</strong>, con una expresión más sencilla.<br />
–¿Cómo germina una planta y da flores en <strong>el</strong> estiércol y en la inmundicia? Debes decirte, <strong>Zorba</strong>,<br />
que <strong>el</strong> estiércol y la inmundicia son <strong>el</strong> hombre, y la flor, la libertad.<br />
–¿Pero la semilla? –dijo <strong>Zorba</strong> dando un puñetazo en la mesa–. Para que nazca una flor es<br />
necesaria la semilla. ¿Quién sembró esa semilla en nuestras sucias entrañas? ¿Y por qué la semilla<br />
no germina y da flores en un campo de bondad y de honradez? ¿Por qué requiere sangre e<br />
inmundicias?<br />
E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 19