13.05.2013 Views

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

Zorba el griego. Nik.. - Mxgo.net

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Nos separamos de <strong>el</strong>la y emprendimos callados <strong>el</strong> camino de regreso respirando a pleno pulmón <strong>el</strong><br />

aire embalsamado. <strong>Zorba</strong> me interp<strong>el</strong>ó de repente:<br />

–¿Qué corresponde hacer, patrón? ¿Reír? ¿Llorar? Dí¬m<strong>el</strong>o tú.¬<br />

No le di respuesta: yo también sentía anudada la garganta y no sabía por qué. ¿Sollozo? ¿Ganas de<br />

reír?<br />

–Patrón, ¿cómo llamaban a ese bandolero de dios anti¬guo que no dejaba a ninguna hembra<br />

quejosa? Algo oí contar a su respecto. Al parecer, también él se teñía las barbas, y llevaba<br />

tatuados en los brazos corazones, flechas y sirenas; se disfrazaba, según dicen: tomaba forma de<br />

toro, de cisne, de cabrón, de asno –dicho sin ofensa–, de cualquier cosa que deseara cada una de<br />

sus pícaras amigas. ¡Dime su nombre!<br />

–Supongo que te refieres a Zeus. ¿Cómo te acordaste de él?<br />

–¡Que Dios haya su alma! –exclamó <strong>Zorba</strong> alzando los brazos–. ¡Las habrá pasado duras, <strong>el</strong><br />

pobrecillo! ¡Lo que habrá tenido que padecer! ¡Un verdadero mártir, patrón, cré<strong>el</strong>o, que lo dice<br />

quien lo sabe! Tú te tragas todo lo que te cuentan los libros: detente un momento a considerar<br />

qué gente es la que los escribe. ¡Pedantones! ¿Qué saben en ma¬teria de mujeres y de los que<br />

andan tras las mujeres? ¡Nada en absoluto!<br />

–¿Por qué no escribes tú, <strong>Zorba</strong>, y nos explicas todos los misterios d<strong>el</strong> mundo? –dije con intención<br />

burlona.<br />

–¿Por qué? Pues por la razón de que yo los vivo, esos misterios que tú dices, y no me queda<br />

tiempo para otra cosa. A veces es la guerra, a veces la mujer, a veces <strong>el</strong> san¬turi: ¿dónde <strong>el</strong> ocio<br />

para la pluma destiladora de disparates? Por eso hubo de caer en manos de los rascapap<strong>el</strong>es. Todo<br />

<strong>el</strong> que vive los misterios, ya lo ves, no tiene tiempo para escri¬birlos; los que los escriben no tienen<br />

tiempo para vivirlos. ¿Comprendes?<br />

–Volvamos a lo nuestro: ¿decías de Zeus?<br />

–¡Ah, pobre tipo! –suspiró <strong>Zorba</strong>–. Sólo yo sé cuánto ha padecido. Quería a las mujeres,<br />

ciertamente, pero no al modo que suponen ustedes los emborronadores de pap<strong>el</strong>es. ¡No, por<br />

cierto! Él se compadecía de <strong>el</strong>las. Comprendía cuál era su padecer, se sacrificaba por <strong>el</strong>las. Cuando<br />

advertía que en un rincón provinciano alguna solterona se agostaba de deseo y de pesar por <strong>el</strong><br />

tiempo perdido, o alguna hermosa mujercita –aunque no fuera hermosa, aunque pareciera un<br />

monstruo– abandonada por ausencia de marido, no podía conciliar <strong>el</strong> sueño, se persignaba <strong>el</strong><br />

pobre, <strong>el</strong> hombre de buen corazón, cambiaba de traje, adoptaba la figura que imagi¬naba en ese<br />

instante la mente de la mujer, y sin vacilar se entraba en su alcoba.<br />

»–No lo movía <strong>el</strong> afán de amoríos, te lo aseguro. A me¬nudo, hasta se sentía sin fuerzas, y la cosa<br />

es comprensible: ¡cómo dar satisfacción a tantas cabrillas, pobre macho! Más de una vez, la fatiga<br />

lo acorralaba, se hallaba fuera de caja ¡desventurado Zeus! Al amanecer regresaba diciendo: «¡Ay,<br />

E-Book Descargado de http://www.mxgo.<strong>net</strong> Página 178

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!