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capítulo iii. siglo xviii<br />

Viruela<br />

Casi al arranque de su administración, la viruela azotaría a la capital desde septiembre<br />

de 1779 hasta enero de 1780. Para luchar contra ella, el virrey dividió la ciudad<br />

en ciento cincuenta y siete cuarteles y destinó en cada uno a un grupo de personas encargadas<br />

de atender enfermos. Del censo levantado por los asignados, De Mayorga se<br />

enteró de que de los 60 966 afectados, 8332 fueron los únicos que pudieron asistirse<br />

por medios propios, y el resto se descargó en hospitales y en instalaciones adaptadas<br />

para tal fin. Pese a los esfuerzos por controlar el mal, este se extendió a Puebla y llenó<br />

la capacidad de los nosocomios de San Juan de Dios, San Pedro y San Roque, por<br />

lo que fue preciso habilitar inmuebles; igual sucedió en Antequera (Oaxaca). Dicha<br />

situación llevó al Protomedicato a desarrollar un ambicioso programa sanitario.<br />

El primer paso consistió en retomar acciones ya probadas. Al considerar la experiencia<br />

de sus antecesores, De Mayorga procuró dictar mejores disposiciones, como<br />

prohibir tirar basura en las calles, instalar un cuarto donde acumular excedentes,<br />

obligar a los dueños de vecindades a no depositar los detritus al pie de los puentes, y<br />

regar las calles con agua limpia durante el verano y el estiaje, a fin de disminuir tolvaneras.<br />

Además buscó la forma de que la basura se manejara bajo cierta selección de<br />

excedentes al enviar los detritus a los “estercoleros” y designar sitios donde separar los<br />

residuos sólidos de los ciscos de carbón, el cascajo de obras públicas y privadas y las<br />

virutas de carpinterías. Como era de esperarse, esta disposición tuvo altibajos, pues<br />

la limpia diaria del centro de la ciudad resultó difícil, por lo que se subdividió a fin de<br />

trabajar de manera alternada. Sin embargo, a excepción de las vías más importantes,<br />

el resto se mantenía con inmundicias por largo tiempo.<br />

El Ayuntamiento, incómodo por las críticas de los ciudadanos y por las presiones<br />

del virrey, desarrolló una actividad de limpia, y a través de la Junta de Policía presentó<br />

un informe de labores. El virrey pudo darse cuenta de que la Junta de Policía no había<br />

alcanzado las metas programadas de limpieza urbana al no proporcionar adaptaciones<br />

municipales que reforzaran los propósitos reales, por lo que exigió, una vez más,<br />

el cumplimiento de los programas de limpia, lo que incomodó al Ayuntamiento,<br />

que volvió a presentar un nuevo informe que el virrey juzgó de pobre y carente de<br />

novedad alguna.<br />

Una segunda epidemia de viruela apoyó la idea de que la basura era el primer<br />

problema de insalubridad. El virrey, junto con el Protomedicato, acordó el 31 de<br />

agosto de 1780 establecer dieciséis cuarteles, encargar las labores a la Junta y discutir<br />

la asignación de tiraderos, número de carros y comisarios por cuartel con el<br />

maestro mayor.<br />

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