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capítulo iv. siglo xix<br />

los navíos que “entrasen y atracasen en Veracruz” darían las siguientes aportaciones:<br />

un real por tonelada por buque mercante procedente de Europa, tres cuartos de real<br />

los de América y medio real los de cabotaje del Golfo.<br />

Hacia finales del Virreinato<br />

El empeño y los esfuerzos del Gobierno y de las comunidades religiosas se reflejaron<br />

en un desarrollo intelectual entre aquellos pobladores de la Nueva España que, a<br />

través de generaciones, iban preparando a los hombres del porvenir. Hacia el siglo<br />

XIX concluyeron que era necesario que de un virreinato con una extensión insólita,<br />

tan lejano de la metrópoli y poblado por aproximadamente ocho millones eran<br />

españoles, no se aprovechara la oportunidad de formar una nación independiente<br />

respaldada por la unidad social, territorial, política y administrativa adquirida a lo<br />

largo de tres siglos.<br />

No fueron pocos los convencidos de que la Nueva España, donde ya eran conocidas<br />

las doctrinas de los enciclopedistas franceses, podría representar en América el<br />

punto de arranque y de confluencia de un movimiento libertario contra el absolutismo<br />

de un régimen en crisis.<br />

Por ello, para alcanzar su autonomía, sordos y lejanos rumores empezaron a escucharse<br />

en 1808 anunciando la proximidad de aquella tormenta, después de la cual<br />

debía surgir entre las naciones libres, joven y vigorosa la república mexicana.<br />

La limpia a partir del virrey De Iturrigaray<br />

Al encontrar De Iturrigaray que la razón de las quejas recibidas en materia de limpia<br />

se debía, en parte, a que los aperos del siglo anterior no eran suficientes para una<br />

ciudad en acelerado crecimiento, dispuso a mediados de 1803 incrementar notablemente<br />

los implementos requeridos, y destinó 32 carros al centro de la urbe, 12 a los<br />

barrios, 24 a la limpia de noche, 68 a las guarniciones y 152 a las mulas para remuda,<br />

con un costo total de 9424 pesos.<br />

Poco después, mediante un reglamento apoyado en las disposiciones del 31 de<br />

agosto de 1790 del segundo conde de Revillagigedo, el virrey Garibay (1808-1809)<br />

contemplaba en doce artículos la limpia de los ocho cuarteles urbanos, incluidos<br />

calles, callejones, plazas, plazuelas, caños, salidas de casas, vecindades y banquetas.<br />

Dos años más tarde, en la administración de Venegas (1810-1813), el presidente<br />

de la Junta de Policía le hizo saber al público a través de un bando de 1811 que, desde<br />

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