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capítulo iii. siglo xviii<br />

programado otro para álamos que comprenderá más de seis mil. En adición, el virrey,<br />

dispuso que se abriera la Alameda desde las seis de la mañana hasta el toque de oraciones<br />

y se prohibió que las personas durmieran de noche en el parque; informarle<br />

diariamente al juez de la Alameda cualquier cosa ocurrida; mantener ambos paseos<br />

limpios (se incluía el de Bucareli), las fuentes en servicio, las calles regadas y sin hoyos,<br />

lodazales, ni muladares; dar mantenimiento a las cañerías, las fuentes, los asientos y<br />

demás instalaciones; mantener un vivero de almácigos; conservar el diseño original<br />

de ambos paseos; eliminar anualmente los árboles viejos o enfermos, a condición de<br />

plantar de inmediato uno nuevo; podar regularmente las especies; impedir la entrada<br />

de caballos o de mulas; no prender luminarias en el interior de ambos paseos; y no cobrar<br />

el acceso. El resultado entusiasmó al Juez de Alamedas, Paseos y Calzadas, quien<br />

propuso en 1798 hacer un plantío de fresnos en viveros que supliera los árboles viejos o<br />

ya muertos para plantarlos también en demás paseos de la capital; con este objetivo, se<br />

formó alrededor del parque un cercado destinado a almácigos de fresnos y se reparó la<br />

calzada del Calvario (hoy av. Juárez) en el tramo de esa área a fin de embellecerla, con<br />

el aprovechamiento del abundante cascajo de las demoliciones.<br />

•Inventario forestal<br />

Después de recibir el inventario forestal y enterarse de que en la Alameda existían 1631<br />

fresnos, 142 álamos y 448 sauces que en total daban 5177 individuos, y comparar la<br />

relación del paseo de Bucareli, cuya contabilidad se dividió en dos sectores: desde la<br />

calle de la Acordada a la entrada frontal a la calle de la Victoria, y de ahí concluir en<br />

la calzada de San Fernando. Su número por la longitud de la arteria era muy escaso, al<br />

resultar un total de 1164 árboles, por lo que tomó una respuesta que dio un giro a la<br />

ecología urbana: establecer un vivero para fresnos en un potrero al poniente del paseo<br />

de Bucareli, perteneciente a los indígenas de la Candelaria, aprovechando el derrame<br />

de la fuente cercana a la garita. Además de otro destinado también a los fresnos en una<br />

zona comprendida entre el río de la Tlaxpana y la zanja que “recién se abrió para formar<br />

la calzada de la Verónica”. Un aspecto sobresaliente es que se pondría en práctica en ese<br />

vivero o en otro cercano la adaptación del álamo prieto.<br />

•Los pulmones viales<br />

El paseo de Bucareli se reparó en su totalidad, igual que el de la Verónica, al que consideraba<br />

de suma importancia por “defender de las avenidas del río de los Morales a<br />

la arquería de Santa Fe”. Y a continuación abrió una comunicación entre el paseo de<br />

Bucareli y el de San Fernando, y más tarde otro desde San Cosme al de Chapultepec,<br />

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