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ingeniería en méxico, 400 años de historia<br />

Acerca del agua<br />

Al conde poco le importaba la opinión de otros, por lo que, preocupado por la falta<br />

de agua en la parte sur de la ciudad, decidió reparar un antiguo canal del que se alimentaran<br />

asentamientos irregulares al sur de la traza; había sido originalmente de<br />

tierra y después de barro, lo que ya no iba con el desarrollo urbano, por lo cual se le<br />

obligaba a dar al Ayuntamiento 4000 mil cahices de cal para el encañado de dicha<br />

vía, a 4 pesos, 3 tomines por cada cahíz. Pero el virrey ya no tuvo tiempo de ver si la<br />

obra se llevaba a cabo o si se había terminado.<br />

Otra labor reconocida al conde de La Coruña fue ampliar las redes colaterales<br />

a diferentes rumbos de la traza, empezando por el de las atarazanas. Para ello, se<br />

expidió un libramiento al alarife Juan Francisco de Hojeda por 2500 pesos de oro<br />

común, correspondiente al remate de un encañado que partiría del límite oriente de<br />

la calle de Tacuba a la esquina de la casa del doctor De la Fuente (por el rumbo de<br />

San Lázaro). Al año siguiente, también por disposición de él, se hizo merced de “un<br />

caño de agua” al Hospital Real de Indios en la calle de San Juan de Letrán con un<br />

pilar pequeño externo para aprovisionamiento de la gente de la calle. A una merced<br />

de abasto urbano surgía otra, lo cual empezó a dificultar progresivamente el servicio<br />

público. Ante esa situación, el conde, tras consultarlo con “técnicos del agua”, aplicó<br />

en beneficio de la ciudad y de sus pobladores una innovación: instalar en la red subterránea<br />

cajas de agua que cubrieran varias funciones; no solo mejoraban la distribución<br />

del agua potable en la red secundaria, sino también servían como desarenadores<br />

por la noche, y como almacenadoras del volumen matutino. Al convento de Nuestra<br />

Señora de la Concepción (calle de Regina), por ejemplo, se le otorgó la concesión<br />

de que tomara agua de la caja de San Agustín (calle de El Salvador) con la condición<br />

de que se hiciera escritura de que pagaría lo que correspondiera en el repartimiento.<br />

Rápidamente se fueron cubriendo áreas antes distantes, y con ello, dependiendo<br />

de la tendencia, las cajas de agua próximas a los ejes básicos empezaron a tomar<br />

importancia. Un ejemplo es una serie de cajas de agua cercanas al eje de Tacuba, con<br />

capacidad suficiente como para satisfacer al barrio de la Santísima Trinidad; el costo<br />

de estas era variable, dependiendo de su tamaño y de sus funciones.<br />

El problema que se estaba manifestando en ciertas calles céntricas, por ejemplo,<br />

Tacuba, se resolvió con la instalación de desaguaderos, cuyo propósito era<br />

evitar encharcamientos molestos y riesgosos. Se ubicaban en algunos cruces de<br />

la red de drenaje para servir como captadores de aguas fluviales o residuales bajo<br />

la atención del obrero mayor Jerónimo López, como el caso de los ubicados en la<br />

calle de Tacuba.<br />

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