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capítulo i. siglo xvi<br />

El problema era que al desconocer que se trataba de un problema de mecánica<br />

de suelos y no de ingeniería civil, toda respuesta relacionada con la reparación de los<br />

acueductos averiados resultaba inútil, como también tratar de aumentar o corregir el<br />

volumen acarreado de agua; no obstante, se siguió procediendo en el mismo tenor. Parece<br />

ser que el acueducto de Chapultepec o de Belem, como mejor se le conoció, puede<br />

tomarse como respuesta para aumentar el volumen de agua mediante una canal más<br />

acorde con el caudal requerido.<br />

La autoridad mayor, consciente de su cargo, le extendió un libramiento a Alonso<br />

de Valdés por 6000 pesos de oro común para destinarlos a la reparación del Azcapotzalco–Tlatelolco,<br />

y le encargó ver qué cantidad de peones e indígenas fueran a<br />

necesitarse en la nueva fuente alimentadora suburbana. El tema del acueducto de<br />

Azcapotzalco, que al principio parecía poco importante, en menos de un mes cambió<br />

de manera significativa por empeño del virrey, al grado de que en la reunión del<br />

Cabildo del Ayuntamiento del 11 de mayo, de los nueve capítulos que se sometieron<br />

a discusión, dos correspondieron a este asunto.<br />

A la semana siguiente, Alonso de Valdés, en el Cabildo del 15 de mayo, presentó<br />

la confirmación del virrey para ocupar el cargo de comisario de la obra de agua de<br />

Santiago Tlatelolco, al mismo tiempo que se le ordenaba notificar a Juan Fernández<br />

Peralera su nombramiento de maestro de agua del mismo acueducto. La obra<br />

avanzaba con rapidez poco común si se considera que el 16 de noviembre Alonso<br />

de Valdés informaba que se habían tendido 1300 varas de cañería, pese a lo cual “el<br />

agua no corría”, y que después de hablar con el hermano Larios y con Juan de Peralera,<br />

ambos de la Compañía de Jesús, encargados de la obra, ya le habían informado<br />

al virrey que se debían derrumbar las primeras ochocientas varas, porque la cañería<br />

estaba quebrada, y que sería conveniente que se trajera el agua por atarjea.<br />

Por su parte, Alonso Domínguez, en la junta de Cabildo, propuso el 18 de marzo<br />

que se cobraran los gastos de la cañería a las personas responsables del error. Además se<br />

pedía que los indios no se llevaran la piedra que era propiedad del Ayuntamiento.<br />

Se extendió otro libramiento de 1000 pesos al tesorero para la atarjea que se<br />

usaría para traer agua de Azcapotzalco a Santiago, con la aclaración de que esa<br />

cantidad se aplicara a favor de los tenayucas que participarían en la obra, la cual,<br />

por orden del virrey, se concedió. Mientras se corrían las obras de los acueductos,<br />

la construcción de fuentes se fue extendiendo por la ciudad. Por ejemplo, la que<br />

se ubicaría a la mitad de la plazuela de San Juan frente a la puerta de la Iglesia, la<br />

pila pública de atrás de la iglesia de la Veracruz y la que se estaba levantando en el<br />

Colegio de las Huérfanas de la Caridad, todas en 1593.<br />

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