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ingeniería en méxico, 400 años de historia<br />

Prevención de desastres y obra pública<br />

De Iturrigaray fue uno de los virreyes que contempló el aprovechamiento del agua<br />

de lluvias y ríos para la irrigación de llanuras áridas, y la navegación interior con el<br />

uso de la disposición natural del suelo de la capital y del valle. Bajo esa visión el mandatario<br />

ordenó a principios de 1804 la construcción de un canal que partiera del<br />

lago de Texcoco, atravesara los lagos de Zumpango y San Cristóbal, se dirigiera a la<br />

garganta de Huehuetoca, y de ahí siguiera el curso natural del valle para disminuir la<br />

posibilidad de afectación de la urbe mediante el control de los volúmenes de riego.<br />

Además, esta obra facilitaría la navegación interior de la cuenca, lo que ayudaría a<br />

reducir el precio de los productos por no requerir más el transporte animal. Añadía<br />

que quizá el mayor beneficio lo daría la traza de otro canal navegable desde Chalco<br />

hasta Huehuetoca, destinado al comercio interior del virreinato, lo que convertiría a<br />

Huehuetoca en un importante centro comercial que regulara el abasto proveniente<br />

de Durango, Chihuahua y Santa Fe. Estas obras se iniciaron con gran entusiasmo del<br />

virrey, solo que después se interrumpieron por las convulsiones políticas que llevarían<br />

al país del Virreinato a la Independencia.<br />

La abundancia de lluvias y el aumento de los manantiales de Culhuacán y Xochimilco<br />

produjeron en 1806 la primera inundación del siglo, aunque la afectación se<br />

limitó únicamente al norte del valle de México. Según decía el pueblo, irónicamente, la<br />

capital se salvó gracias a la ineptitud del Ayuntamiento, que abandonó la acequia real,<br />

y el azolve que tenía sirvió para evitar que las aguas penetraran a la urbe. No obstante,<br />

el virrey se alarmó, pues las llanuras de México y Texcoco se habían inundado de tal<br />

forma que parecería que el lago de Texcoco llegaba hasta la calzada de San Cristóbal,<br />

cerro Gordo, Santa Clara, Zacualco y Pocito de la Villa de Guadalupe, por el norte.<br />

Y por el sur, desde el pueblo de los Reyes, “cubriendo el nuevo camino a Puebla hasta<br />

Santa Martha”, Santa Cruz, y la falda del cerro de Iztapalapa, dejando aislados los dos<br />

peñoles. Aunque, conforme pasaron los días, al ya no presentarse lluvias inusuales, la<br />

tranquilidad retornó y, con ello, la esperanza de una centuria tranquila.<br />

En el caso de las obras públicas, De Iturrigaray puso atención en la fábrica de<br />

puros y cigarros, cuya recuperación, después de años de abandono, significaba una<br />

erogación de la Real Hacienda de 500 000 pesos. La continuación y la conclusión de<br />

las obras durante su administración llegaría a los 100 000 pesos que, aun cuando era<br />

un alto gasto, el proyecto se consideró por la Real Hacienda necesario y ventajoso al<br />

incrementar los ingresos del monopolio real. La propuesta fue aceptada por España<br />

y de inmediato se inició, aunque poco a poco fue entorpeciéndose por los sucesos<br />

políticos de la Península, hasta la interrupción definitiva de la obra.<br />

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