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Tomo I

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sobre la articulación de lo Real con los otros dos registros, yaque los tres registros no pueden considerarse como elementosaislados, sino que siempre están en interrelación. Esto se harácompletamente evidente en la última formalización con el llamadonudo borromeo donde los tres son figurados como redondelesde cuerda que se anudan de tal modo que al romperseuno de ellos, deja libre a los otros dos, cualquiera sea elredondel que se corte. Del mismo modo, cada uno de los registroses el encargado de poner límites y estabilizar a losotros. La estructura subjetiva deviene del anudamiento deellos tres.La estructura triádica del acto de semiosis como nudode convergencia entre ambas teorizacionesComo señaláramos al comienzo, diversos autores se han abocadoa buscar similitudes entre ambas “tríadas”. Como resultadode la comparación, queda claro que no puede hacerse unaconcordancia “biyectiva” entre sus respectivos elementos. Síaparecen coincidencias y similitudes conceptuales parciales,pero enseguida resaltarán con más énfasis las diferencias. Noes el propósito de este trabajo dicho estudio comparativo, yaque lo hemos desarrollado en otro lugar (Pulice, Zelis, Manson;2007) pero sí repetiremos nuestra conclusión: El contrapuntoconceptual toma un sesgo más preciso y productivo al buscarun punto en común entre ambos campos de investigación. Y laposibilidad de llegar a dicha intersección es proseguir avanzando:con Peirce, desde las categorías a su aplicación alsigno; y con Lacan, de la descripción de los registros a suanudamiento en la estructura subjetiva.Lacan y Peirce coinciden en afirmar (Zelis; 2004) que el serhumano está atravesado por el lenguaje, que él mismo tambiénes un signo y que “vive” inmerso en la semiosis. Si partimos deaquí, la representación de la estructura subjetiva deberíamostrar esta “intimidad” con el signo. En un trabajo anterior yavimos como Lacan mismo planteaba la equivalencia entre el“triángulo semiótico peirceano” como él lo denominó, y su esquemadel acto analítico (Pulice, Zelis, Manson; 2007). Ahora,si al signo lo presentamos no como “triángulo” sino como nudoentre el Representamen, el Objeto y el Interpretante, ahí sí,podemos plantear una equivalencia con el entrelazamiento delos 3 registros lacanianos en el nudo borromeo de RSI en tantoesquema de la estructura subjetiva. Tenemos en ambos casosun anudamiento triádico genuino, que nos lleva a pensar elacto de semiosis como equivalente a la emergencia de la subjetividad.La concordancia lógica de ambos planteos es explicitadapor Lacan en el Seminario 23: «Todo objeto, salvo elobjeto por mí llamado a, que es un absoluto, todo objeto sesostiene en una relación (...) Un llamado Charles SandersPeirce ha construido al respecto su lógica, la de él, que, por elhecho del acento que pone sobre la relación, lo lleva a haceruna lógica trinitaria. Es completamente la misma vía que yosigo, salvo que yo llamo a las cosas de las que se trata por sunombre -simbólico, imaginario y real, en el buen orden...».(Lacan; 1976; 76).Aplicación de las categorías faneroscópicasal caso clínicoLlega un paciente a un consultorio, se queja de su dolencia opadecimiento - un sufrimiento singular - . No sabe porqué lepasa o siente «eso» displacentero. Eso que siente puede serun sentimiento de sufrimiento, un dolor que irrumpe como sensación,o puede ser una compulsión, una acción no premeditadani pensada pero que “le sale” impulsivamente. Desde estaperspectiva, podemos considerarlo una primeridad para elsujeto. Ante este sin-sentido inicial, el analista hará una primeraoperación. Consiste en plantear: - “Eso que siente es poralgo”-. O, en términos semiológicos: “eso” es un síntoma, unefecto, reacción de algo. Se instaura así el espacio para darlea «eso» un estatuto de segundidad, ya que se instala la ideade causa-efecto hipotética. Este movimiento de ningún modoes privativo del psicoanalista, sino que pertenece a la intervenciónde la clínica médica en general, como cuando ante unpaciente con un padecimiento corporal, se diagnostica que setrata de un síntoma que tiene una causa física o fisiológica(mecánica, química, etc.). Pero la operación médica se quedaen este nivel de segundidad en la consideración del síntomapatológico. Hay una causa física, material, que produce la dolencia(por ejemplo, ante un dolor de garganta, se diagnosticauna «angina» causada por la bacteria de nombre tal... o anteun dolor de estomago, se ubica que se debe a una úlcera...etc.). Ahora bien, la especificidad de la intervención del psicólogoo del psicoanalista es que hará una operación más, alplantear, al enunciar, que el síntoma del que se trata no tieneuna causalidad dual, del tipo acción-reacción, mecánica, sinoque pertenece a una nueva categoría. Ese síntoma no esreacción de..., sino que está en lugar de otra cosa. O sea,instala la posibilidad de una terceridad genuina; instala unacausa semiótica, y a estas alturas, podemos agregar, una causalidadpropia de la subjetividad. A partir de aquí, la operacióndiferencial del analista consistirá en considerar que el síntomaestá en lugar de un real para el sujeto. Real que en el primermomento, al llegar como padecer, es un real no anudado, y deesa manera jugaba como primeridad. Sin embargo, hasta queno opere el acto psicoanalítico, ese síntoma no logrará acceder,entrar como terceridad para dicho sujeto.Llegar a instalar el síntoma como terceridad es poder anudarese real con los otros dos registros, imaginario y simbólico. Elanudamiento de los tres registros es vital para el sujeto, ya queanudados, cada uno hace resistencia y límite a los otros, loque permite entre otras cosas el acotamiento de los goces enjuego.Tomando el diagrama del signo, podemos leer lo acontecidodiciendo que el analista instala al padecimiento como el representamende una potencial estructura sígnica. Al recortarlo ypedirle asociaciones al sujeto, lleva al síntoma a la categoríade significante; con la interpretación y las ocurrencias del analizante,entra en cadena con otros significantes (interpretantes).Estas cadenas significantes van delineando o apuntandoa un objeto, al real en cuestión, que antes no estaba ligado alas cadenas significantes. Ahora, al darle un sentido a susíntoma, se anuda lo imaginario y lo simbólico: «El sentidoresulta de un campo entre lo imaginario y lo simbólico. Y sipensamos que no hay Otro del Otro, al menos no goce delOtro del Otro, es preciso que hagamos una sutura, un empalmeentre lo imaginario y lo simbólico, el saber inconsciente.Todo esto para obtener un sentido - lo que es el objeto de larespuesta del analista a lo expuesto por el analizante a todo lolargo de su síntoma. Cuando nosotros hacemos este empalme,al mismo tiempo hacemos otro, enseñamos al analizante ahacer empalme entre su síntoma y lo real parásito del goce.Esto es lo que caracteriza nuestra operación.» (Lacan; 1976).Sin embargo, si el sujeto le asigna a su síntoma un significadodefinido, si lo transforma en un signo cerrado, completo, seclausura ahí la vía hacia el inconsciente. Predominaría entoncesel efecto imaginario de saber cerrado, cumpliendo en realidaduna función de obturación, de desconexión con el real delque se trata. Por eso es importante tener presente la distinciónentre sentido y significado. El sentido lo hemos ubicado en laintersección de lo imaginario con lo simbólico; al significado,podemos ubicarlo en el registro imaginario. Para romper lasolidificación imaginaria del síntoma hay que hacerlo entrar enconexión con el registro simbólico, esto es, transformarlo ensignificante, para que abra la cadena de sus interpretantes.«¿Qué es el sentido? En la práctica analítica, es con el sentidoque operamos. Pero por otro lado, ustedes no operan más quepara reducirlo, puesto que es con el equívoco que siempreoperan (...) el equívoco no es el sentido. El equívoco es fundamentalen lo simbólico, o sea en eso de lo que se soporta elinconsciente tal como yo lo estructuro.» (Lacan; 1975). Y unavance en pos de la dilucidación del párrafo anterior lo encon-604

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