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Tomo I

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algo o desentenderse de ello es asunto de otro, ancla la transferenciadelusional de la cual nos interesa ceñir hoy una manifestación:el borramiento del nexo que vincula psique y soma.Transferencia delusional y recuerdos “reales”El interjuego asociación libre y atención flotante, está sostenidopor un dispositivo del cual la confiabilidad, innotada por el selfque se apoya en ella, hace posible alcanzar y usar un estadode no integración.Ahora bien, la andadura de un análisis es despareja y hemosaprendido a reconocer entre las diferentes modulaciones transferenciales,aquella que M. Little llamó delusional.Nos interesa entonces,a) Establecer qué tipo de recuerdo es aquél, cuya presentaciónen la cura pide ser enmarcada por tal configuración transferencial.b) indagar sin demasiada precisión por ahora, aunque haremosalguna sugerencia al respecto, la relación de este tipo derecuerdos con la noción kleiniana de “primera realidad irreal”.c) Argumentar cómo y por qué ubicamos esta modalidad derecuerdos entre alucinación y fantasía inconsciente (utilizandoestos términos como los hallamos en los autores llamados dela Escuela Inglesa de Psicoanálisis) yd) Proponer la existencia de un vínculo peculiar entre este tipode recuerdos y los recuerdos encubridores que Freud caracterizócomo “antepórticos psíquicos de la fantasía.”La transferencia delusionalUn solo rasgo netamente positivo caracteriza a esta modulaciónde la transferencia: la tonalidad adictiva que tiene la dependenciadel paciente hacia la cura. De ella es preciso valorarcomo significativo su cualidad de búsqueda implacable de algode lo que nada sabe el paciente, tampoco el analista, pero delo cual el funcionamiento de ambos parece depender.Para Little, está en juego allí la chance de restituir el sustratosubjetivo a un vivido que no alcanzó a tener valor de marca,por haber acontecido en un momento de indiferenciación.La transferencia delusional, entonces, aquella a la que falta lanecesaria cualidad de como sí, podría indicar a un buen entendedor,que con ella, está pidiendo su entrada en la experienciade la cura una modalidad peculiar de recuerdo: aquella de loque no alcanzó a tener la dimensión de una experiencia.La situación analítica se presenta entonces, a la manera de loque retorna de la identificación proyectiva, así que la actuaciónllena el espacio, abunda la producción de acting out, tantocomo su contrario, el replegamiento activo; la interpretaciónpuede ser objeto de rechazo rotundo tanto como de sumisaaceptación; el análisis de los sueños es infecundo porque éstosno se presentan poniendo en juego un cumplimiento dedeseo, toman más bien función de acciones y no abren a laelaboración; resulta imposible reconocer en el analista a unapersona real; la espera o la suspensión de la experiencia noson viables y además, y éste es el rasgo que nos interesacernir hoy, el cuerpo queda afuera de la escena analítica.Es un momento a dominio de la indiferenciación de maneraque paciente/ analista, sentimiento/ pensamiento, idealización/yvacío, odio /amor, pensamiento/ cuerpo, forman bloques deextrema condensación y ese dominio de la indiferenciación,que tiñe a la situación analítica de una tonalidad casi caótica,da la pista acerca de la modalidad identificatoria en juego: todose despliega a un nivel casi fusional, con un mínimo inestablede separación siempre pronto a borrarse y la transicionalidadque habitualmente sostiene la invariante funcional de la curaposibilitando que la interpretación sea encontrada/ creada porquinen la recibe, desfallece.La dependencia extrema que caracteriza a esta modulación dela transferencia, que afecta también al funcionamiento analítico,remite a la doble dependencia y dice de un grado cero de autosoportenarcisista, de un sustrato yoico mínimo fácilmentearrasable ante la emergencia del dolor.La exclusión del cuerpoSi se apunta a la viabilidad de la cura y a la continuidad delanálisis, es preciso que el marco analítico aloje este estado enel que se localiza una pérdida del sustrato subjetivo indispensablepara dar a una experiencia estatuto de tal.La resolución de la transferencia delusional depende, afirmaLittle, del manejo analítico.Para mostrar cómo la tensión- que habitualmente favorece lainstalación dramática de un conflicto en una escena que abreal decir- viene a presentarse, en momentos como éste a lamanera de una amenaza para la vida, queremos recordar queWinnicott se refería a estas situaciones en términos de “agoníasprimitivas” y de “temor al derrumbe” y que Klein construyópara facilitar la comprensión de estos estados, la conjunciónmetapsicológica de la angustia de aniquilación con la defensamaníaca.M. Little, por su parte toma apoyo en un trabajo de Jones llamado“El dolor” publicado en un número del International Journal ofPsychoanalysis de la época.Leyendo su comentario sobre ese texto de Jones, reencontramosuna idea que nos evocó algo que habíamos expuesto haceya tiempo. Decíamos entonces que “el sufrimiento puedeser, en algunas ocasiones, el único soporte del sentimiento deestar vivo”.Jones afirma que el padecimiento puede funcionar a la manerade relámpagos de dolor que crean las discontinuidades de unaidentidad fragmentada y agrega que no cabe pensar allí enalguien que agoniza sino que se trata de un dolor puro, de undolor que arrasa y que impide toda ilusión respecto de la existenciaallí de la más mínima consistencia subjetiva.Lo que sucede en ese momento transferencial, es según Little,el borramiento de un cuerpo en el que podría anclar la experienciade la cura y esta falta de anclaje es solidaria de la indiferenciación,de donde la situación misma puede llevar al pacientea un movimiento de ruptura activa, que se traduce aveces en ataque contra sí, en intento de suicidio o mutilación y,en otros casos, en ataque maníaco dirigido al analista.Los recuerdos realesAhora bien: ¿Qué tipo de recuerdo empuja de este modo?Little responde: son recuerdos “reales”, los que remiten altiempo más oscuro, a la materia prima del narcisismo, son loselementos sensoriales y motores que forman el sustrato básicodel ser siendo, son los rudimentos de lo que será luego materiaapta para la elaboración imaginativa del funcionamientocorporal (casi en estos mismos términos “elaboración imaginativade la función” caracteriza Winnicott a la fantasía inconsciente).Son recuerdos que remiten, o más bien nos permiten construir,un estado en que el cuidado del yo coincide puntualmente conel cuidado del cuerpo.Aquí nos parece necesario recordar que “no tener ningunarelación con el cuerpo” es una de las variedades de la angustiainconcebible y que Winnicott pensaba esta variedad de agoníaprimitiva en términos de “despersonalización”, palabra que designala ruptura del nexo entre psique y soma a consecuenciadel fracaso de la provisión ambiental antes del repudio del noyo,cuando aún no hay para el self posibilidad de tomar nota delos factores externos en tanto externos.Es, claramente, el territorio de la doble dependencia, reinadode la alucinación que plasma a partir de un suelo de sensacionesy movimientos, las primeras diferencias en el marco de monotoníaque rodea inicialmente al ser siendo.Y en ese marco, la primera experiencia de lo otro, de lo distintodel self, es la experiencia del proceso funcional orgánico. Lasprimeras noticias de un exterior son noticias cuya fuente y resoluciónestán en el funcionamiento de una zona corporal queserá luego una parte del cuerpo propio.Allí está la sustancia de los procesos psiquicos que podránculminar en la elaboración de una realidad personal. Y el límite86

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