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Untitled - Folklore Tradiciones

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Primeras Jornadas “Nuestra lengua, un patrimonio”<br />

más insoportables de la historia contemporánea argentina; después todos nos<br />

hemos olvidado de esto, después hubo otras proscripciones y otro tipo de cosas<br />

que, a lo mejor, vedaron este asunto. Y bueno, otro caso interesante, es un caso<br />

por la negativa también, es Ernesto Quesada. Ernesto Quesada era un hombre<br />

de una gran versación, de una enorme versación, lo que se podría llamar un<br />

erudito con un universo bastante amplio. Don Ernesto Quesada, en el año 1902,<br />

en la revista Estudios, publica un texto que se llama “El criollismo en la literatura<br />

argentina” donde realiza una crítica muy profunda y en algunos casos muy<br />

justificada, muy bien puntualizada, de un fenómeno que era toda esa folletería<br />

gauchesca, lunfardesca o prototanguera que había comenzado a inundar los<br />

pequeños mercados populares de Buenos Aires y de algunas ciudades como<br />

Rosario. Esa literatura, esa folletería, un poco chabacana, un poco desprolija o<br />

muy desprolija, era como una suerte de reflejo de las demandas de un nuevo<br />

mercado que tenía otro tipo de configuración y que, además, para bien o para<br />

mal, estaba demostrando la existencia de ese mercado de lectores surgido gracias<br />

a que la ley de educación común en este país había funcionado.La ley de educación<br />

común había funcionado, había alfabetizado asombrosamente; bastaría repasar<br />

las fechas de alfabetización para ese entonces, con excepción del caso de Uruguay<br />

el resto no figuraría. Esta ley no alfabetizó para crear millares de lectores de<br />

Don Quijote, quizás lectores de Balzac traducidos, mal traducidos, sino para leer<br />

lo que ocurriese, lo que fuese, lo que existía. Una de las cosas que existían,<br />

además de los folletines de Eduardo Gutiérrez, además de las malas traducciones<br />

de la casa Mauchi, además de las malas traducciones de los textos de los<br />

anarquistas que proliferaban, era esto, ese material, esa folletería. Entonces Ernesto<br />

Quesada hace una crítica profunda de esto. Como Ernesto Quesada era un<br />

hombre genuinamente erudito y era responsable de sus dichos y era<br />

intelectualmente serio, no hay una sola de las afirmaciones que hace, controvertible,<br />

aceptable, discutible, no importa, que no esté categóricamente apoyada sobre un<br />

texto que documenta lo que él está diciendo. ¿Por qué? Porque este curioso<br />

personaje que odiaba el criollismo en la literatura argentina era una suerte de<br />

ávido comprador de cuanto folleto, papel u objeto encuadernado existía en el<br />

mercado de la ciudad de Buenos Aires, de Rosario y de La Plata. Tal es así que<br />

la colección, la folletería gauchesca y de otras especies lunfardescas, etc,<br />

conformó al cabo la biblioteca más especializada, más impresionante que se<br />

podía concebir. Esa biblioteca desapareció lamentablemente, porque hubiese sido<br />

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