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El lenguaje genera realidad en el contexto ineludible delpoder; no se sitúa ni apunta a un mundo conocible escondidoen alguna parte fuera de las fronteras evanescentes de lasencuestas particulares sociohistóricas. Pero de alguna manera,la tarea del científico, como Sísifo, es tratar de producirun cuadro del mundo que sea más «un reflejo de variosaspectos de nosotros mismos y de nuestras estructuras sociales»(pág. 11). A continuación, Hubbard hace una matizadalectura del origen masculino de las historias de la evoluciónhumana. Pero a la mitad de la discusión a propósitode las dificultades inherentes a reconstruir el pasado, añadeuna pequeña frase que afirma categóricamente: «Desde elmomento en que los monos y nosotros tomamos caminosdiferentes hace millones de años, los rasgos principales dela evolución humana que pueden deducirse de los hallazgospaleontológicos son la posición erguida, la reducción en eltamaño de los dientes y el aumento del tamaño cerebral»(pág. 29). Es posible, pero, ¿cuáles son las reglas interpretativasque hacen que esta historia sea inequívocamente legibley en qué se diferencian de las reglas de lectura de la evolascomadronas, a Martha Roth Walsh sobre las mujeres médicos, aVicky Druss y Mary Sue Henifin sobre la anorexia, a Emily Culpeppersobre las actitudes menstruales entre los antiguos hebreos y en una comunidadde mujeres en un posible futuro, a Marilyn Grossman y PaulineBart sobre el control masculino de las interpretaciones de la menopausiay la recuperación femenina, a Naomi Weisstein sobre las barrerassexistas frente a las mujeres que practican la ciencia y una prácticabibliografia llevada a cabo por Henifin sobre las mujers, la ciencia y lasalud. Varios articulos señalan que las mujeres que trabajan actualmenteen la ciencia han ocupado el lugar social de subordinadas dentro dela fuerza de trabajo científico-técnica. No es que hayamos estado ausentesde la producción de conocimiento científico, pero hemos estadomucho más presentes en puestos de servicio. La estructura social colaboradoray colectiva, en general no jerárquica, en que se basan los librosde Hubbard y Lowe y de Hubbard el al. contrasta con el «debate» oficialdel volumen del NEXA y con la pesadez de héroe que rodea a Barash.Las escritoras de ambos libros feministas son asimismo explícitassobre sus propios privilegios de raza y de clase y de sus propios impedimentospara contar nuevas historias (véase, por ejemplo, Hubbardel al., 1979, pág. 32).128lución social y del comportamiento? La diferencia principalparece ser que ahora hay un acuerdo no-ligado-al-género apropósito de la posición erguida, 10cual hace que la lecturano sea atacada. Pero, ¿acaso el fin de la controversia significaque una historia se ha convertido en hecho inequívoco,que ha evitado la determinación social y que se ha hechoobjetiva? Eso es 10que sugiere una inocente frase declaratoriaen medio de una mordaz deconstrucción. Sin embargo,la posición erguida y el momento de divergencia entre elmono y los homínidos han sido escenarios de luchas amuerte en la teoría de la evolución más de una vez.Estos problemas se agudizan al final del articulo, cuandoHubbard sugiere tareas para las feministas conforme éstastoman responsabilidades en la producción de la ciencia.En especial, son fuente de problemas el nexo escondido entrelas teorías de la representación y los proyectos humanistasde autodescubrimiento. Hubbard advierte que las mujeresno deberían producir historias «estrocéntricas» de imagenespecular, excepto, quizás, como chiste o parodia.Deberíamos escudriñar en el trabajo actual para encontrarmaterias primas. Pero ¿cómo, cuando se nos ha dicho quetodos los hechos se hallan cargados de teoría y, por 10tanto,de valor y de historia? Deberíamos desmitificar la cienciamasculinista y, capaces de «pensar más allá de ésta, [nosotras]deberíamos hacer el necesario trabajo sobre el terreno,en los laboratorios y en las bibliotecas y encontrar la manerade ver los hechos e interpretarlos» (pág. 32). Los «falsoshechos» y la «ciencia androcéntrica» han durado demasiadoy hacen necesaria una ciencia feminista para encontramos anosotras mismas, para obtener nuestra verdadera herencia.«La visión de nuestras alternativas es esencial si queremosadquirir el espacio donde explorar quiénes somos, de dóndevenimos, y dónde queremos ir» (pág. 32). En unas palabras,el feminismo es un verdadero humanismo basado en un verdaderoconocimiento o, al menos, en una verdadera interpretación.Pero todos los problemas epistemológicos y polí- Iticos del humanismo y del realismo se encuentran latentes---o patentes- aquí.129

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