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Es fundamental ser responsable de la política de la experienciaen la institución de «estudios sobre la mujer», lo cual noresulta fácil. Tampoco es obvio cuál será la forma que tomará,ni cómo deberían ser abordadas las luchas a propósito delas articulaciones de la experiencia ni los diferentes posicionamientospara lograrlas. Tampoco se le puede permitir a laexperiencia que aparezca como eternamente plural e inatacable,como si fuese algo evidente y asequible cuando miramos«dentro» de nosotras y sólo existiese el yo el de un grupo. Laexperiencia es un producto y un medio importantísimo delmovimiento de la mujer, y debemos luchar por los términode su articulación. Las mujeres no tienen a mano la «experiencia»ni tampoco ellas/nosotras tenemos la «naturaleza» oel «cuerpo» preformados, siempre inocentes y a la espera delas violaciones del lenguaje y de la cultura. Al igual que lanaturaleza es uno de los productos de la cultura más asombrososy no inocentes, la experiencia es uno de los aspectosdel movimiento histórico de encarnación menos inocentes ymenos evidentes.Las feministas se relacionan y se ponen en acción a travésdel políticamente explosivo terreno de la experienciacompartida. La complejidad, la heterogeneidad, el posicionamientoespecífico y la diferencia cargada de poder no son lomismo que el pluralismo liberal. La experiencia es una semiosis,una encarnación de significados (de Lauretis, 1984,págs. 158-86). La política de la diferencia que las feministasdestacan la igualdad de derechos, hooks señalaba que «el feminismo esla lucha por terminar la opresión sexista. Su finalidad no busca beneficiara un grupo específico, racial o de clase, de mujeres. No privilegiaa éstas por encima de los hombres. Tiene el poder de transformar nuestrasvidas de una manera comprensiva» (hooks, 1984, pág. 26). El movimientofeminista, por lo tanto, se dirige a la «base cultural de laopresión de grupo... lo cual quiere decir que la opresión debida a laraza o a la clase formaría parte de los temas feministas tanto como elsexismo» (pág. 26). Agradezco a Katie King por recordarme a hooksy, también, por otras muchas cosas en mi conocímiento de los detalladosaparatos de producción de la cultura y de la experiencía femeninas(King, 1986, 1988).184necesitan articular debe buscar la especificidad, la heterogeneidady la conexión mediante la lucha, no mediante llamadaspsicologísticas y liberales. El feminismo es colectivo y ladiferencia es política, es decir, trata del poder, de la responsabilidady de la esperanza. La experiencia, al igual que la diferencia,trata de conexiones contradictorias y necesarias.Escribo aquí en tanto que mujer cuarentona, euroestadounidense,profesional, catedrática, feminista, de clase media,que trabaja tanto con estudiantes de graduación comocon graduados en un campus con una activa cultura feminista.No es 10 mismo enseñar estudios femeninos en la Universidadde California en Santa Cruz en 1989 que hacerloen la Universidad de Hawai en 1970. Esta última, obviamente,era en muchos aspectos una institución colonial, situadaen la periferia de los privilegios en los Estados Unidos.Cuando yo daba clase allí, muchos de los estudianteseran mujeres y hombres de color, especializándose en gestiónhotelera y en otros temas de la industria del turismo. Elfeminismo como término era raramente utilizado, y el Movimientode Liberación de la Mujer nos parecía, a mi y amuchos de mi grupo, algo muy nuevo, muy radical y notable.Nos equivocábamos en muchos de aquellos juicios. LaUniversidad de California en Santa Cruz es un campus relativamentede izquierdas, feminista y -10 que parece un oximoron-mayoritariamente blanco dentro del sector másprivilegiado del sistema educativo del estado en momentosde gran racismo, antagonismos de clase, chauvinismo lingüístico,sexismo, homofobia y reacción política de todasclases en el estado de California y en toda la nación. Es tambiénun periodo de tremenda transformación en la composiciónracial y étnica y en las relaciones de poder en el estadoyen la nación. Y es un periodo de increíble producción multicultural;el último cuarto del siglo xx es un tiempo de renacimientocultural y político, local y global, de todos loscolores. Los días de la hegemonía blanca -una consolidacióndel poder quizás hoy más peligrosa que nunca- parecencontados. Estos asuntos afectan profundamente a laconstrucción de la «experiencia femenina» en las aulas.185

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