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dad genérica] en la Facultad de Medicina John Hopkins (establecidaen 1965), con su colega Anke Ehrhardt desarrolló>: popula~z? la versión interactiva del paradigm;de la identidadgenenca, en el que la mezcla funcionalista de causasbiológicas y sociales crearon el espacio para una miríada deprogramas terapé~ticos y. de investigación sobre las «diferenciasde sexo/ge~ero», incluyendo a la cirugía, a las pautasde comportamiento, a los servicios sociales, etc. Manand Woman, Boyand Girl [Hombre y mujer, niño y niña] deMoney y Ehrhardt (1972) se convirtió en libro de texto ampliamenteutilizado en las universidades.La -:ersión de l~ distinción entre naturaleza y cultura enel paradigma de la I~en~ldad genérica, formaba parte de unaampha reformulación hberal de la vida y de las ciencias so­CIales. e~ el despojamiento de las interpretaciones del racismobiológico antenor a la guerra, presente en las élites occldentale~gobernantes y profesionales tras la segunda guerramundial, ~~tas reformulaciones no lograron interrogar ala histona político-social de las categorias binarías como naturaleza/culturay sexo/género en el discurso colonialistaoccidental. Este discurso estructuraba el mundo como unobjeto del conocimiento en términos de apropiación de losrecursos de la naturaleza por parte de la cultura. Muchas literaturasopositivas y liberatorias recientes han criticadoesta dimensión epistemológica y lingüística etnocéntrica dela dominación de aquellos que habitan categorías «naturales»o qu.e viven en los ~ímites binarios (mujeres, gentes decolor, ~Imales, el medio ambiente no humano) (Harding,1986, pa~~. 163-96; Fee, 1986). Las feministas de la segundaola cnticaron pronto la lógica binaría de la pareja naturaleza/cultura,incluyendo a las versiones dialécticas de la historiamarxista-humanista de la dominación, de la apropiacióno de la mediación de la «naturaleza» por el «hombre»a través del «trabajo». Pero aquellos esfuerzos dudaron enextender del todo su crítica a la distinción derivativa desexo/género, la cual era demasiado valiosa para combatirlos omnipresentes detenrumsmos biológicos constantementedesplegados contra las feministas en luchas políticas ur-226gentes sobre las «diferencias en el sexo» en las escuelas, enlas casas editoriales, en las clínicas, etc. Fatahnente, en esteclima político reprimido, aquellas críticas tempranas no secentraron en historizar ni en revitalizar culturalmente las categorías«pasivas» de sexo y de naturaleza. Así, las formulacionesde una identidad esencial como mujer o comohombre permanecieron analíticamente intocadas y siguieronsiendo políticamente peligrosas.En el esfuerzo político y epistemológico para sacar a lasmujeres de la categoría naturaleza y colocarlas en la culturacomo objetos sociales construidos y que se autoconstruyendentro de la historia, el concepto de género ha tendido a permaneceren cuarentena para protegerse de las infeccionesdel sexo biológico. En consecuencia, las actuales construccionesde lo que pasa por sexo o por mujer han resultadomuy difíciles de teorizar, excepto como «mala ciencia» enla que la mujer emerge como naturalmente subordinada. La«biología» ha tendido a denotar el propio cuerpo, en vez deun discurso social abierto a la intervención. Por lo tanto, lasfeministas se han alzado contra el «determinismo biológico»y a favor de un «construccionismo social» y, de camino,han sido menos enérgicas en la deconstrucción de cómo los'cuerpos, incluidos los sexualizados y racializados, aparecencomo objetos del conocimiento y sitios de intervención enla «biología». De manera alternativa, las feministas hanafirmado a veces las categorías de naturaleza y cuerpocomo sitios de resistencia contra las dominaciones de la historia,pero las afirmaciones han tendido a oscurecer el aspectocategórico y supradeterminado de «naturaleza» o de«cuerpo femenino» como recurso ideológico opositivo. Envez de eso, parecía que la naturaleza estaba simplementeahí, como reserva a salvaguardar de las violaciones de la civilizaciónen general. En vez de marcar categóricamente unpolo determinado, la «naturaleza» o el «cuerpo femenino»significan demasiado fácilmente el núcleo salvador de larealidad distinguible de las imposiciones del patriarcado,del imperialismo, del capitalismo, del racismo, de la historiay del lenguaje. Esta represión de la construcción de la cate-227

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