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lo que deberá entenderse por experiencia femenina en elcontexto pedagógico de un curso académico de estudiossobre mujeres. ¿Qué práticas relativas a la responsabilidad,a la coalición, a la oposición, a la circunscripción y al mundoeditorial estructuran las diferentes lecturas de BuchiEmecheta a propósito de este tema?. La Segunda Parte, «Políticas diferenciales para otrosinadecuados», contiene cuatro ensayos. El binomio otrosinadecuados pertenece a la directora de cine y teórica feministavietnamita Trinh T. Minh-ha, que lo utilizó para sugerirlos posicionamientos históricos de aquellos que rehusanserán siempre un canadiense, un argentino, un cubano o un brasileño.Los «americanos», en cambio, son ellos. Pero el lenguaje no es nuncainocente, tal como la autora de este libro se encarga de señalar con insistenciay, por esa razón, no es de extrañar que esa sinécdoque totalizadorae imperialista -auténtica «apropiación indebida» de un patronínticocontinental- irrite en demasía a los otros «americanos» que noson estadounidenses.Al final del capítulo 7 (pág. 345), Donna J. Haraway afirma que «ellenguaje es tambíén un actor independiente de intencíones y de autores»,lo cual es perfectamente creíble, puesto que si bien ella deja muycl:rra. su posición tremendamente critica frente a la política racial, econormcay guerrera del país que la vio nacer, repite una y otra vez a travésde las páginas de su libro, los términos America y American'cuandose refiere a los Estados Unidos y a sus ciudadanos. En cambio, losvocablos African y European meten en el ntismo saco ---como debeser- lo que proviene de estos dos continentes, designados en bloque.Véase, a este respecto, el texto original inglés del capítulo dedicado al«Género», en donde se contraponen las tendencias etnocéntricas e imperializantesde los feminismos European y Euro-American (ni que decirtiene, ese Euro-American se refiere «exclusivamente» a los EstadosUnidos). Podemos, pues, afirmar que las palabras -reaccionarias, perversasy sin ningún candor-la han traicionado contra su voluntad, cosaque a todos nos sucede con frecuencia y que ella admite abiertamente.Para la traducción de este libro, sin embargo, a pesar de que Españavive inmersa en la zona de influencia del imperio y también aquí designamoscomo «americanos» a quienes sólo son habitantes de una porciónde América del Norte, hemos utilizado exclusivamente los términosEstados Unidos y estadounidense. «Euroestadounidense- (Euro­American) definirá lo relacionado con ciudadanos de origen europeo yde raza blanca. Lo relativo a la raza negra de ese país (Afro-American)será denontinado «afroestadounidense». (N. del T.)64adoptar las máscaras tanto del «yo» como del «otro», ofrecidaspor las narrativas dominantes de la identidad y de lapolítica. Las metáforas de Trinh T. Minh-ha invitan a unageometría que considere las relaciones de diferencia de maneradisimil a la que se basa en la dominación jerárquica, enla incorporación de «partes» en «todos» o en oposicionesantagónicas. Pero sugieren también el duro trabajo intelectual,cultural y político que necesitarán estas nuevas geometría~,no ya por parte de los simios, sino de los cyborgs y lasmujeres,Los cuatro ensayos de esta Segunda Parte muestran lasmatríces contradictorias de su composición. El examen dela reciente historia del término sexo/género ejemplifica laspolíticas textuales inmersas en la producción de trabajos dereferencia a propósito de luchas complicadas. El Manifiestopara cyborgs fue escrito buscando una orientación políticaen los años ochenta que contrarrestase a los «híbridos» enque todos hemos terminado por convertimos. El examen delos debates sobre la «objetividad científica» en la teoria feministaaboga por una transformación de las desdeñadasmetáforas de la visión orgánica y tecnológica, tratando deponer en primer plano posicionamientos específicos, mediacionesmúltiples, perspectivas parciales y, por lo tanto,una posible alegoría en favor del feminismo científico y delconocimiento político.La naturaleza surge de este ejercicio como un «coyote»*.Este vigoroso enredador puede mostramos que las relacioneshumanas históricamente específicas con la «naturaleza»deben ser imaginadas -lingüística, ética, científica,política, tecnológica y epistemológicamente-- como genuinamentesociales y activamente relacionales. y, sin embar-,go, los copartícipes siguen careciendo por completo de homogeneidad.«Nuestras» relaciones con la «naturaleza» podríanser imaginadas como un compromiso social con un* La autora se refiere al personaje del Coyote que, juntamente conel Correcaminos, pueblan los relatos de los indios del sudoeste de losEstados Unidos. Lo mencíonará de nuevo en el capítulo 7. (N. del T.)65

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