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Mariner se llama «Space» [Espacio] y comienza con la cita«The Choice Is the Universe - or Nothing» [La elección estáentre el universo - o nada]. El capítulo final, rebosante deimágenes de Nilsson y de otras imágenes biomédicas, se titula«Inner Space» [Espacio interior] y comienza con la cita«The Stuffofthe Stars Has Come Alive» [La materia de lasestrellas ha cobrado vida] (Bryan, 1987, págs. 454, 352). Setrata de fotografias que convencen al espectador de la relaciónfraterna de los espacios interno y externo. Pero, curiosamente,en el espacio exterior vemos astronautas vestidosde exploradores o flotando como fetos cósmicos individuales,mientras que en el supuesto espacio terrenal de nuestrosinteriores vemos extranjeros no humanoides que pudieranser los medios con los que nuestros cuerpos mantienennuestra integridad, nuestra individualidad y nuestra humanidadfrente a un mundo de otros. Parecemos invadidos no solamentepor los amenazadores «no-yoes» de los que nos defiendeel sistema inmunitario, sino, sobre todo, por nuestraspropias partes extrañas. Con razón la enfermedad autoinmunelleva consigo esa significación aterradora, señaladadesde la primera sospecha de su existencia en 1901 porMorgenroth y Ehrlich con el término de horror autotoxicus.El tropo de los invasores del espacio evoca una peculiarpregunta sobre la orientación del viaje: ¿Desde fuera haciadentro? ¿A la inversa? ¿Están las fronteras defendidas demanera simétrica? ¿Es interior/exterior una oposición jerarquizada?El discurso médico expansionista occidental encontextos colonizadores ha estado obsesionado con la nociónde contagio y de penetración hostil del cuerpo sano, asícomo del terrorismo y del motin en el interior. Este enfoquede la enfermedad dio lugar a una importante inversión: elcolonizado fue percibido como el invasor. Frente a la enfermedadde los genocidios que acompañaron a la «penetración»europea del globo, el cuerpo «coloreado» del colonizadofue construido como la oscura fuente de infección, depolución, de desorden, etc., que amenazaba con destruir a lahumanidad blanca (las ciudades, la civilización, la familia,el cuerpo blanco de las personas) con sus decadentes ema-382naciones. Al establecer los parques en África, las leyes europeasconvirtieron a los indígenas habitantes de las «reservasnaturales» en cazadores furtivos, en invasores de suspropios territorios o en parte de la fauna. El residuo de lahistoria de la medicina tropical colonial y de la historia naturalen el discurso inmunológico de finales del siglo xx nodebería ser subestimado. Los discursos de las enfermedadesparasitarias y del Sida muestran ejemplos esclarecedores.El tono del discurso colonial es también audible en lasprimeras frases de Immunology: The Science of Non-SelfDiscrimination [Inmunología: la ciencia de la discriminacióndel no-yo] en donde los peligros de la individualidadson contados de manera casi lasciva. El primero es la «fusiónde los individuos»:En una jungla o en el fondo del mar, los organismos---sobre todo las plantas, pero tambiéntodos los animalessesiles- se encuentran a menudo en tal proximidadque están en constante peligro de perder su individualidadpor fusión... Pero sólo en la imaginación de un artistaocurre la fusión total. En realidad, los organismos semantienen muy separados, por muy juntos que vivan ycrezcanentre sí. (Klein, 1982, pág. 3.)En esos lugares exóticos y alotrópicos podría sucedercualquier forma de contacto que amenazara la autodefiniciónmamaria. La armonía del organismo, el tema preferidode los biólogos, es explicada en términos de defensa agresivade la individualidad, y Klein preconiza que se dedique elmismo tiempo del currículum de graduación en biología a ladefensa como a la genética y a la evolución. Suena un pococomo si el departamento de defensa pretendiera arrebatarleel presupuesto a los servicios sociales. Para Klein, la inmunologíaes una «reacción de defensa intraorganísmica» queprocede mediante «reconocimiento, procesamiento y respuesta».Klein define el «yo» como «todo lo que constituyeuna parte integrante de un individuo dado» (1982, pág. 5, encursiva en el original). Lo que cuenta como individuo, porlo tanto, es 10 esencial. Todo 10 demás es «no-yo» y despier-383

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