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Primero, no obstante, recordemos que la biología evolucionistaen los siglos XIX y xx forma parte de los debates públicossobre el lugar del hombre en la naturaleza ---es decir,sobre la naturaleza de la política y de la sociedad-o El comportamientosocial de los primates es estudiado ineludiblementecomo parte de la compleja lucha en las democraciasliberales occidentales para definir qué es un ciudadano sanoy maduro, y por qué. La argumentación sobre la política humanadesde un estado natural es una vieja tradición del discursopolítico occidental. Su forma moderna es el entrelazamientode historias en la economía natural y política, en labiología y en las ciencias sociales. Más aun, quisiera sostenerque las historias científicas y populares sobre los primates sehacen eco y permanecen en el interior de procesos socialesmateriales de producción y reproducción de la vida humana.A partir de 1920, la bioantropología de los primates ha destacadoen las luchas ideológicas y prácticas relativas a quiéncontrola los medios humanos de producción, así como en lasdisputas sobre las causas y los controles de la guerra entrehombres, y en las luchas por la ingenuidad técnica y por lascapacidades cooperativas dentro de la familia y en la fábrica.A mi entender, estas generalizaciones son ciertas incluso sialgunos científicos que trabajan con primates no desean quesu trabajo intervenga en tales luchas. Sus historias formanparte de los recursos públicos en tales disputas, y los primatólogoscuentan historias que casan bien con sus tiempos, suslugares, sus géneros, sus razas, sus clases y sus animales.Unos cuantos ejemplos deberian bastar antes de adentrarnosmás profundamente en el tema de las crías languresque faltan ---quizás por asesinato- y en el de las mujereseuroestadounidenses que estudian profesionalmente a losmonos. Durante la década de los años veinte, en manos depsicobiólogos, psicólogos comparativos y fisiólogos reproductivosy neurales, los primates de laboratorio fueron unaparte prominente en los debates sobre la función mental humanay la organización sexual. Los consejeros matrimoniales,la política de la inmigración y la industria de las pruebasle deben mucho a los primates y a los primatólogos, que en138palabras de Robert Yerkes, eran «servidores de la ciencia».Los primates parecían modelos de cooperación natural nooscurecida por el lenguaje ni la cultura. Durante los añostreinta, en el trabajo inicial con primates en su terreno natural,la fisiología sexual de cooperación natural (bajo la formade la dominancia de machos sobre hembras y de la estructurademográfica como manadas), surgió en discusiones sobreterapéuticas sociales humanas para trastornos sociales talescomo las huelgas y el divorcio. Durante los cincuenta y lossesenta, los modelos primates de familia nuclear y de paternidaden los suburbios, así como los tristes resultados de lasmadres ausentes, aparecieron en debates públicos a propósitode los problemas sociales de los Estados Unidos. Los modelosprimates para la depresión humana han sido ávidamentebuscados y una gran parte de la ingenuidad técnica fueconsumida en producir psicosis en monos. Las políticas depoblación y las cuestiones de regulación de ésta dieron lugara estudios en primates, así como la psiquiatria (llegó a proponerel control telemétrico) de los estresados primates humanosde raza negra en las ciudades sublevadas de los añossesenta. La insistente cuestión de la naturaleza cooperativao guerrera del «hombre» fue discutida en los congresos y enlas aulas durante la guerra del Vietnam, con deudas constanteshacia las nuevas teorías que se iban desarrollando sobrela evolución del hombre basadas en fósiles recientes deÁfrica del Sur y del Centro, en nuevos estudios deprimatesvivos en su medio natural, y en la antropología de los modernoscazadores preservacionistas. Los primatólogos podíanser vistos ocupando la mayoría de las posiciones de todoslos debates, incluida la posición de no querer formarparte de ninguna actitud política explícita. Desde el puntode vista de los primatólogos practicantes, quizás las cuestionespolíticas más directas se referían a la rápida destrucciónde los primates no humanos. Pero ese temor rápidamenteenredaba al científico más apolítico en políticas internacionalesprofundamente determinadas por la historia del imperialismo.A nadie debería sorprender que la bioantropología de139

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