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io, la política migratoria de los trabajadores o la legislaciónfamiliar han sido y todavía pueden ser legitimados o contestados.L~s «a~toconstrucciones» femeninas de la experien­CIa, la historia y la conciencia serán también terreno depráctica material, incluida la «nuestra». (Véase de qué manerala «experiencia», la «historia» y la «conciencia» sontérminos complejos provenientes de Europa con ecos enmuchas culturas de los Estados Unidos, incluidas las etnofilosofiaseuroestadounidenses, importantes en contextosacadémicos y activistas)",5 Las prácticas de aumentar la concienciación produjeron literalmentela experiencia de las mujeres como un objeto discursivo feministapolíticamente poderoso y potencialmente imperializante. Examinandootra 1?ráctica, Mohll?ty (1984) señaló de qué manera las publicacionesfeministas -por ejemplo, muchos de los libros de Zed Press sobrela~ mujeres del Tercer Mundo-s- formaban parte del aparato de produccronde la «mujer del Tercer Mundo» como icono esencializado de super-opresión.Tal mujer, en lo más bajo de la opresión, se convirtió en elsujeto revolucionario privilegiado en los discursos feministas sobre la«liberación». Su condición representaba alegóricamente el estado de laMujer como víctima que toma conciencia. Véase el catálogo de ZedBooks, pnmavera 1988/pnmavera 1989, para una lista completa. Existenmuchas formas de leer estos Zed Books, algunas de las cuales no encajanen el análisis de Mohanty. Pero estos libros han formado, colectivamente,parte de un aparato feminista de producción de la Mujer delTercer Mundo como un lugar de discurso en muchas teorizaciones. Estees un ejemplo concreto de una constitución feminista de la experienciacomo un objeto dISCurSIVo y de su apropiación en circuitos internacionales.Con palabras del catálogo Zed: «Durante más de una década, ZedBooks ha venido publicando magníficos escritos de y sobre las mujeresd~1 Tercer Mundo... Arn1?liamente leídos en el mundo, muchos son hoydia utilizados en mstituciones educativas, como referencia fundamentalen las bibliotecas.» Este proceso no es ni inocente ni inherentementemalo: Los problemas políticos y epistemológicos se refieren a la responsabilidady a las poderosas tecnologías de la representación incluida larepr~sentación del «yo». Ong (1987) describe cómo las jóv~nes obrerasde fabncas malayas son lugares contestados del discurso, mientras queotrasluchan i'or establecer los términos de la autoridad religiosa, de laIde':llJdadnacI,?nal y del honor nacional. Las corporaciones, las organizacronesislámicas estatales y de la oposición, los medios de comunicaciónnacionales y el discurso popular de la calle, todos ellos compiten192La lectura de ficción ha ocupado un lugar importante enla práctica de los estudios sobre las mujeres. La ficción puedeser apropiada de muchas maneras. Lo que pasará por ficciónes una materia disputada, resuelta parcialmente segúnconsideraciones de mercado, prácticas lingüísticas y semióticas,tecnologias de la escritura y circuitos de lectores. Esposible sacar a la superficie o bien oscurecer las prácticas depublicación que convierten algunas ficciones en muy visibleso en poco visibles en los mercados de los estudios sobrelas mujeres. Puede hacerse que el objeto material, el libro,parezca invisible y transparente o puede ser asimismo quealcance una circulación de significados y de poder. Estos argumentoshan sido expuestos en la lectura que Katie King(1988) hace del «género» de la biomitografia en Zami deAudrey Lorde (1982). Las lecturas pueden funcionar comotecnologías para construir lo que pasará por ser experienciafemenina y para crear conexiones y separaciones entre lasmujeres y los movimientos sociales que construyen y en losque participan en mundos locales/globales. La ficción puedeser movilizada para provocar identificaciones y oposiciones,divergencias y convergencias en mapas de la conciencia.Pueden también ser leídas para producir conexiones sinidentificaciones. Las ficciones publicadas por y sobre «muporrepresentar la sexualidad de las mujeres. Ong también construyediscursivamente a las mujeres en su narrativa, pintándolas como sereshistóricos complejos que afirman su humanidad en múltiples marcos asfixiantes,en los que el género, la edad, la región, la etnia, la nación y laclase sobresalen con fuerza (Haraway, I 989a). No todas las construccionesde las mujeres como lugares del discurso son lo mismo. Señalar suscircuitos de producción y de distribución no es prohibir el proceso, sinotratar de encauzarlo con deliberada responsabilidad. Tanto Ong comoMani (1~87) son ejemplos excelentes de esfuerzos feministas para lograrlo.Lo que nunca pueden proclamar es que sus representaciones-sobre todo las de mujeres que se representan a sí mismas- son precipitadosde la solución del discurso y dan la «experiencia», la «voz» ola «realidad empírica» de mujeres inmediatamente al lector. Todo estetema es análogo a la imposibilidad de que las representaciones de la naturalezase salgan de los discursos científicos para revelar a la «naturaleZID>.193

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